El dirigente

La Conaie, a raíz de las más recientes manifestaciones de octubre del año pasado, logró notoriedad en el ámbito nacional, apoyada en la indignación y descontento popular.

En esta histórica organización, Jaime Vargas es uno de los dirigentes que más ha sobresalido, quien en reiteradas ocasiones amenazó con sembrar el caos como forma de protesta en contra de las políticas del Gobierno del presidente Lenín Moreno. Su errada manera de proponer e exigir ha mancillado las grandes luchas del movimiento indígena, debilitando aún más el fragmentado tejido social.

El dirigente Vargas al parecer sufre la enfermedad del poder que no le permite ver más allá de su vanidad. Jamás aceptaría estar equivocado, cree gozar de un manto de superioridad e impunidad para actuar. Ha pretendido atribuirse funciones que no le corresponden. Al parecer, juega con ser el primer mandatario del país, no le importa violentar la propiedad privada, no le importa irrespetar a la autoridad legítimamente constituida. Incluso el “octubre negro” demostró que la extorsión, mediante multas económicas y cortes del suministro del agua para riego, motivó el amplio poder de convocatoria de sus bases.

En los últimos años este dirigente y la Conaie no lograron articular propuestas que permitan superar en el mediano y largo plazo los graves problemas que enfrentan los pueblos y nacionalidades indígenas del país. ¿Logró la Conaie visibilizar la desigualdad y la discriminación que viven los indígenas en nuestro país? ¿Ha logrado la Conaie consolidar mecanismos que permitan reducir los niveles de pobreza extrema y pobreza en el sector rural? ¿Han articulado acciones conjuntas entre el gobierno nacional y los gobiernos locales para atender las necesidades más básicas de su población?

La Conaie tiene la oportunidad histórica de reinventarse, de descartar la violencia y la extorsión como mecanismo de consecución de objetivos, tiene la posibilidad de convertirse en una organización que visibilice la inequidad que viven los indígenas ecuatorianos. Pachakutik, brazo político de la Conaie, puede transformarse en la digna representante de la izquierda que tanta falta le hace al país.