Nos enredamos solos

Manuel Castro M.

El caso ‘Sobornos’ debería avergonzar a todos los ecuatorianos, porque están implicados en el mismo desde un expresidente Constitucional de la República hasta sus subordinados del más alto nivel. Es verdad que aún no hay sentencia definitiva por lo que no se puede hablar de autores del crimen, pero por ese momento procesal es absurdo que haya “persecución política” porque pueden los acusados ser absueltos, para eso están los jueces. Lo lamentable es que haya acusados prófugos -mal indicio-, evidencias que las presenta la Fiscal, testimonios periciales, sin embargo, se usa un tono altanero para negar todos los hechos. Como dicen los viejos juristas: Con la misma entereza niegan su responsabilidad los culpables como los inocentes.

Jamás adoptamos la misma resolución ante la vida, por ello hay bandidos y policías. Pero es evidente que no hay en este juicio igualdad de valores, más allá de una sentencia condenatoria o absolutoria, son hechos que aún sin estar calificados jurídicamente de dolosos han sucedido. Esa realidad es la verdad. Una oficina que contrata ocultamente -por medio de testaferros- el Gobierno y con funcionarios de la misma Presidencia de la República y que la paga otro organismo del Estado, sabe a mafia, por más que los abogados defensores de los acusados argumenten razones de procedimiento. Facturas no impugnadas pagadas por particulares a actividades de un partido político presidido por el Presidente de la República, permiten deducir -aunque no sea juzgar- que algo está podrido en el Ecuador.

A pesar de lo señalado la mente humana tiene la tendencia a negar las afirmaciones. Muchas veces los razonamientos no convencen a nadie, porque como el incrédulo San Tomás queremos la película de los delincuentes matando o robando y de los delitos como Sobornos que existan actas notariadas de tales atracos. Muchas veces sopesamos los hechos y hasta decidimos en contra del sentido común y olvidamos la ética. “La razón es poco convincente” decía Whitman. Los jueces (si no están de vacaciones) tienen que fallar por “convicción” que es la auténtica forma de hacer justicia.

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