Movilidad y demagogia

Con su actitud simplista y sin admitir nunca su propia culpa, el correísmo hace una “guerra de trincheras” en la Asamblea Nacional a las reformas a la Ley de Movilidad. Con sus adláteres a la mano, en la Comisión que se ocupa del asunto tratan de que no se toque una norma que, en tiempos en que detentaban el poder, la presentaban como ejemplo de humanismo.

Fronteras abiertas, país acogedor o de tránsito, la bonanza económica y el progreso entonces del socialismo del siglo XXI, les permitía abanderarse con semejante política. La crisis económica y social que dejaron viene a recordarnos que los recursos son limitados, y que la gestionaron mal y en su propio provecho. La criatura sufría del vicio de prometer lo imposible.

En el parlamento florecen críticas que se adornan de elementos plausibles; pero parciales y, aun peor, maniqueos, pues culpan de todo mal a una parte de la clase política y “escurren el bulto” de sus responsabilidades. Este sesgo en el diagnóstico conduce a soluciones desequilibradas, como pretender que con las reformas que están sobre la mesa resolverán el problema de la seguridad ciudadana.

Aprendamos la lección. Se apela al bálsamo de la independencia regulatoria, sin apreciar que también aquí es imprescindible el equilibrio. Cualquier observador imparcial nos diría que detrás de todo hay visos de xenofobia. En vez de pensar con cuidado ese delicado equilibrio se promete independencia judicial como por arte de magia. Se despliega así un juego que, en el fondo, es similar al del populismo correísta.


Del mismo modo que no sería un esclavo, tampoco sería un amo. Esto expresa mi idea de la democracia”. Abraham Lincoln Político estadounidense (1808-1865)¡Que enmudezcan nuestras lenguas y empiecen a hablar las manos!”. Francisco Villaespesa Escritor español (1877-1936)