Un desastre

Nicolás Merizalde

México es para mí una ciudad a la que regreso siempre aunque no esté allí. Los colores de las calles, el olor de las tortillas, un país lleno de arte y también de bravura, de resistencia, de coraje.

Hace algún tiempo yo destacaba el papel de la sociedad mexicana durante el terremoto de 1985 en esta misma columna. Hoy, exactamente 32 años después por un azar desastroso la Ciudad de México, el país entero, se vuelve a poner las botas para levantarse de los escombros con una tenacidad admirable, dignos herederos de la fuerza azteca.

El verdadero terremoto, el verdadero desastre que los aniquila, que estremece y definitivamente espeluzna es su casta política, burocrática, corrompida y hasta inhumana. Próximos para entrar a elecciones, los partidos políticos no están dispuestos a desembolsar demasiado para la reconstrucción, un dinero que de paso, no les pertenece.

La ciudadanía que lastimosamente en su mayoría sufre el flagelo de la ignorancia, prefiere hacer caso omiso de estas mezquindades crueles y levantarse sola. Volver a levantar su ciudad, su futuro y su país sin consultárselo a nadie, ni esperar nada de los dirigentes o las grandes cadenas televisivas.

No sólo se ha vuelto a repetir un sismo el mismo día que el de hace 32 años también se ha repetido la inoperancia de los gobernantes. Tan parecido o más cruel es dejar a la ciudad sin los fondos necesarios como fue mandar a descansar en un hotel 5 estrellas a los rescatistas extranjeros, uno de los errores de Miguel de la Madrid durante el 85. México avanzó en mucho su cultura para prevención de sismos y su sociedad civil es mucho más fuerte que la de los 80´pero hay quienes nunca avanzan en nada. Estoy seguro que los mexicanos se levantarán y ojalá para el 2018 entre las cosas que se reconstruyan estén la dignidad y la decencia entre los altos dignatarios.