La Soledad Eterna

PRESENCIA. En este barrio de Ambato varios perros transita por la calle Soledad Eterna.

En el tradicional barrio de Atocha un grupo de perros transitan por la Soledad Eterna.

 

Por: Rogelio Durán

Este texto es producto del taller La Hora Lab

¿Has sentido alguna vez la soledad? O peor aún, ¿la soledad eterna?

En la tradicional parroquia urbana de Atocha en Ambato, conocida por su rica gastronomía, habitan una cantidad impresionante de perros sin hogar. Este es un problema que está presente en toda la ciudad, pero la dinámica en esta parroquia es especial.

Todos los días, una jauría sale de entre los matorrales ubicados en la calle Soledad Eterna, suben unos cuantos metros hasta una casa patrimonial donde justamente encontramos el nombre de la famosa obra de Luis A. Martínez, se agolpan en el graderío de esta casa para aprovechar los primeros rayos de sol.

Un poco más tarde, al otro lado de la parroquia, por la zona del parque y del colegio Pío X, los emprendedores empiezan su jornada, abren sus locales y colocan sus carpas. De a poco se perciben un sinnúmero de olores, son los ingredientes que se mezclan en una serie de delicias que allí se preparan.

Los perritos empiezan el recorrido, tienen que cruzar la avenida Rodrigo Pachano, esquivar autos, pasan por el cementerio y llegan a la Virgen del Sol, se separan, se reparten entre los locales, con las orejas agachadas y ojos cristalinos se acercan a los comensales, esperan que a alguno de ellos se les caiga algún pedazo de comida o que de milagro alguien de ‘buen corazón’ les brinde amablemente algo de su plato, generalmente acompañado de alguna palabra compasiva como «pobrecitos».

Cuando acaba la jornada, media vuelta y retoman el camino, del parque a la Virgen del Sol, pasan por el cementerio, se encuentran en la Soledad Eterna, así de irónico, como la gran mayoría de cosas en la vida, y luego juntos se vuelven a esconder entre los matorrales para darse calor, calor humano, porque quizá haya más humanidad en ellos que en nosotros.

‘Doña Cleo’, una vecina del sector, dice que sí, que estos animalitos siempre están por aquí de paso, pero es imposible no pensar que nosotros también.