El Pastaza, convertido en la cloaca de tres provincias

La contaminación que llega hasta este río emblemático de la Amazonía empieza muchos kilómetros atrás y se arrastra a través de Cotopaxi, Tungurahua y Chimborazo, en un camino que incluye olores nauseabundos, químicos y desechos de casas e industrias de todo tipo.

Por: Fabricio Cevallos Chávez

Este reportaje se realizó como parte de la segunda edición del InvestigaTour Ecuador, organizado por Fundamedios, con apoyo y acompañamiento de The Nature Conservancy (TNC), Convoca Perú, Ecociencia y MapBiomas Amazonía.

Jaime Barriga vive hace más de 68 años en Río Negro, llegó a esta parroquia de Baños de Agua Santa cuando apenas tenía 6. Este hombre, de mediana estatura, ojos verdes y canas, apunta al río Pastaza con su dedo y, con su voz impregnada de molestia y nostalgia, cuenta que de niño las aguas de este río eran limpias y llenas de peces. Con el pasar de los años, sin embargo, la contaminación y la muerte llegaron a este valle, que es la entrada a la Amazonía ecuatoriana.

Río Negro es un pueblo pequeño, acogedor, donde predomina el verde de las montañas. La mayoría de sus casas están distribuidas a la orilla del río Pastaza y junto a la vía principal, que lleva a Puyo.

Los lugareños viven de la agricultura, la ganadería y, desde hace unos años, han experimentado el desarrollo del turismo, aprovechando su clima tropical húmedo y su biodiversidad, al estar rodeado por los parques nacionales Llanganates y Sangay.

A 20 minutos de Río Negro, hace más de 36 años, se construyó la Central Hidroeléctrica Agoyán. Jaime recuerda que, después de la construcción, las especies que había en el río comenzaron a desaparecer. “Antes de que se instalara la represa, había cualquier cantidad de peces; después, empezaron a aparecer muertos en la orilla”.

Germán Culqui nació en Río Negro, hoy tiene 60 y recuerda que hace unos 15 años aún se podía pescar en el sector, pero que, poco a poco, el agua del río Pastaza se fue contaminando. Esto se hace más evidente, dice, cuando se abren las compuertas de la hidroeléctrica. Todos los sedimentos y la contaminación llegan a la parroquia. “Cuando abrían la represa los peces aparecían muertos en la orilla del río, la gente inclusive se llevaba en costales los peces, porque no sabían que se morían por la contaminación de las aguas”.

Agoyán abre sus compuertas cada cierto tiempo y ahí es cuando todos esos sedimentos acumulados llegan a Río Negro que, además de arrasar con cualquier tipo de especie viva del río Pastaza, inunda con un olor nauseabundo a toda la zona.

Dani Rochina es un joven que junto con sus padres tienen un restaurante en el centro de Río Negro. Este emprendedor afirma que el olor del lodo podrido y de los animales muertos que trae el caudal es insoportable, y que dura varias horas en el ambiente. “Esto afecta al turismo, porque el olor es muy fuerte y se huele en toda la parroquia”.

El río Pastaza nace al pie del volcán Tungurahua, en Baños de Agua Santa, de la unión de los ríos Chambo y Patate, que vienen desde Chimborazo y Tungurahua respectivamente. De ahí, desciende por cascadas y cañones atravesando bosques tropicales y de humedales, antes de conectarse con el río Marañón, afluente principal del Amazonas. El río Pastaza es la tercera cuenca de drenaje más importante del Ecuador. ¿Cómo llega toda la contaminación al Pastaza, cuál es la ruta, el camino y los efectos en la población?

Junto al Pastaza se construyen chancheras y los excrementos van directo al río.

Una cloaca

Antes de llegar a la central Hidroeléctrica Agoyán, a la izquierda de la vía Baños – Puyo, en el sector de Ulba, hay un mirador. Este espacio se construyó pensando en un proyecto turístico que ayude a la gente de la zona, pero hoy es un sitio abandonado, olvidado.

Las casetas de madera que alguna vez alojaron a emprendedores están deterioradas, sin techos. La hierba crece en los senderos que llevan a una terraza, desde donde se observa la magnitud de la hidroeléctrica y cómo se ha convertido en un gran tanque reservorio de basura. El mal olor es insoportable, rancio y picante a la vez, hedor repugnante que hace más fúnebre a este mirador.

Los gallinazos, aves carroñeras de plumaje negro, con cuello y cabeza pelados, arrugados, de color gris y de pico largo, acechan en la orilla y en los árboles, esperando el momento apropiado para comerse un cerdo que flota a la orilla, su cuerpo está hinchado. Debe llevar entre siete y diez días muerto.

Junto a este mirador se construyeron varias chancheras, la caca y los orines de los cerdos van, a través de un tubo, directo a las aguas del río Pastaza que están represadas en Agoyán y que, pronto, serán devueltas a su cauce normal.

Hasta aquí llega todo tipo de desechos de tres provincias, aquí es el reservorio de la contaminación más variada, donde se junta la irresponsabilidad y la resignación.

Esta historia, sin embargo, empieza a cientos de kilómetros de esta represa, en los ríos andinos más importantes de Cotopaxi, Chimborazo y Tungurahua, que en su mayoría nacen de los deshielos de volcanes y nevados de estas provincias, como caudales cristalinos, diáfanos y llenos de vida, pero que en su camino el ser humano los ha ido transformando en cloaclas.

En pleno centro de Latacunga se puede observar cascadas de aguas servidas que van directo al río Cutuchi.

Río Cutuchi

La avenida Eloy Alfaro es una de las principales vías de Latacunga. Antes era el paso obligado de los vehículos que iban o venían desde Quito, hacia la Sierra Centro o la Amazonía; ahora es un sector más comercial, lleno de restaurantes, almacenes de accesorios de carros y ventas ambulantes.

Es mediodía y casi todos están apurados. Los peatones esquivan los carros para cruzar, los conductores pitan, mientras todo se mezcla con el grito de los informales y la música de bachata de un parlante que está en la vereda de un negocio. A este caos acompaña un olor a podrido, que se vuelve más fuerte o desaparece en algunos sectores de esta larga vía; nadie se tapa la nariz ni hace muecas, parece que no lo huelen o ya se acostumbraron a vivir con este hedor que viene de uno de los ríos más contaminados del país, el Cutuchi, que circula en paralelo a la avenida Eloy Alfaro y cruza la ciudad.

En este recorrido cientos de tubos aparecen de viviendas, industrias o terrenos por donde se vierte las aguas servidas directamente al río. En pleno centro, en medio de árboles y junto a una fábrica, hay una cascada que todo el tiempo vacía líquidos al Cutuchi.

Según el informe de ‘Gestión de agua potable y sanamiento 2022’, publicado por el Instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC), el 53,3% de aguas residuales no tratadas en el país van directamente a los ríos, el 31,8 a quebradas y el 15,1 a otros sitios.

En la actualidad, el 73,3% de gobiernos locales cuentan con una o más plantas de tratamiento. Sin embargo, estas no abastecen a la gran densidad poblacional; mientras que el 24% de gobiernos locales no realiza ningún tratamiento a las aguas y el 2,7% no cuenta con alcantarillado.

Magdalena Lagua vive hace 63 años en el barrio Dos Puentes. Tiene una pequeña tienda a pocos metros del río Cutuchi y, con resignación, cuenta que los moradores han pedido ayuda a todos los alcaldes para que se descontamine el río. “Todos ofrecen, pero nadie cumple”.

Se estima que al menos 30 mil metros cúbicos de aguas residuales domiciliarias por día van directamente al río; además de las aguas residuales que son desechadas por empresas relacionadas con la agricultura, la industria y el petróleo. A esta contaminación se suman más de 1,8 toneladas de basura que son arrojadas al día al río Cutuchi, según la investigación que aborda la ‘Evaluación de la calidad del agua de la cuenca del río Cutuchi’, publicada en IOP Sciencie.

Para el investigador Ibon Tobes, quien es parte del Centro de Investigación de la Biodiversidad y Cambio Climático de la Universidad Indoamérica y especialista en ecología de ríos, uno de los principales problemas para la degradación ambiental y el impacto que están teniendo los ríos por la contaminación es la alta densidad poblacional. Ecuador es el país más densamente poblado de América del Sur.

“El río sufre una contaminación fuerte, influida por los vertidos de aguas de uso doméstico y por la contaminación originada por la industria. Estas aguas no reciben tratamiento antes de ser duvueltas al río y, en ocasiones, los vertidos de aguas residuales suponen hasta un 5% del caudal total del río”, afirma el investigador.

Según Tobes, en el río Cutuchi existen niveles muy elevados de contaminación de metales pesados —cromo, cadmio, plomo, arsénico e incluso mercurio— con graves amenazas para la salud humana y para el ambiente.

En el estudio del investigador se recomienda análisis más exhaustivos sobre la calidad ambiental a lo largo del sistema fluvial, para crear una línea de base consistente y ayudar a las autoridades a diseñar planes de manejo adecuados. Además, se sostiene que es necesario que el Municipio implemente un programa de monitoreo permanente y, a largo plazo, evaluar la calidad del agua en la cuenca y especialmente en los canales de riego.

El canal de riego Latacunga – Salcedo – Ambato presenta contaminación con metales pesados.

Regadío

Cada vez que Teresa Quishpe llega a su casa después de trabajar en sus cultivos, se lava las manos con hierba mora y sal. Está segura de que esta mezcla matará todas las toxinas a las que se expone por tener contacto con el agua con que riega sus sembríos; y así prevendrá irritaciones en la piel, como las que han pasado sus vecinos.

Cae la tarde y en Salache, una comunidad ubicada al sur de Latacunga, van todos hacia sus casas, apresurados. Saben que pasadas las 18:00 el mal olor es insoportable y prefieren que los encuentre encerrados.

El fuerte viento levanta el polvo de los terrenos áridos del sector, Teresa recuerda que hace 15 años ahí se sembraba choclo, zapallo, cebada, quinua, habas, papás, peras, duraznos, capulíes, claudias… pero ahora solo crece la alfalfa para los animales, cultivo que también se está perdiendo. “El agua ha dañado toda la tierra”, dice Teresa.

Vive junto al canal de riego Latacunga-Salcedo-Ambato, que es alimentado por las aguas contaminadas del río Cutuchi. Más de 24 mil hectáreas de cultivos en Cotopaxi y Tungurahua son regadas por estas aguas.

Ricardo Chisaguano vende comida en una covacha de madera, al frente de la casa donde funciona la junta de agua potable. Hace unos 40 años usaban el agua del canal de riego para comer, pero dejaron de hacerlo después de que varias personas murieron por el cólera. Ahora la usan solo para regadío.

Ricardo ya se acostumbró a ver el agua del canal llena de espuma y con aceite. También se cansó de pedir a las autoridades que controlen a las industrias que contaminan el río Cutuchi.

De acuerdo con la investigación sobre la ‘Contaminación por metales pesados en los ríos de Cotopaxi y Tungurahua: un riesgo para la salud’, publicada en Environmental Earth Sciences, el canal de riego Latacunga-Salcedo-Ambato presenta una contaminación por metales pesados ​​muy por encima de los valores permitidos por las leyes ecuatorianas, siendo el más alto el valor del cromo, químico usado especialmente para la fabricación de acero y en curtiembres.

Los agricultores que se exponen a estos contaminantes corren graves riesgos de padecer cáncer, entre otras enfermedades, pero el riesgo también lo tienen las personas que consumen los productos que son regados con estas aguas, ya que estos contaminantes ingresan al suelo y de allí pasan a los alimentos.

Para el investigador Ibon Tobes, uno de los mayores problemas es que los estudios que se generan desde la academia y que son entregados a las autoridades, “se quedan en el cajón, porque el problema que les señalamos es muy grande y se necesita una voluntad política firme y una inversión muy fuerte para empezar a darle soluciones, y a veces los políticos prefieren desentenderse de estos problemas”.

A pesar de la grave situación en que se encuentra el río Cutuchi y la permanente amenaza para el ambiente y salud de cientos de miles de personas, ninguna autoridad en Cotopaxi responde frente a las acciones que se hacen o pretender hacer para enfrentar este problema.

A través de la Dirección de Comunicación del Municipio de Latacunga se coordinó una entrevista con Manuel Taco, director de Agua Potable y Alcantarillado; sin embargo, a pesar de las constantes llamadas y mensajes de texto nunca atendió la solicitud de entrevista.

Únicamente se cuenta con datos escuetos publicados en las redes sociales de la Municipalidad, donde se informa que actualmente se construye la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales en el sector de Salache, una obra que tiene una inversión de más de 21 millones de dólares, pero no se sabe el avance, su capacidad para tratamiento de las aguas residuales, su fecha de entrega y el aporte que este proyecto generará para la descontaminación del río Cutuchi.

Una de las razones para que el estado de este río sea crítico y colapsado por los desechos, tanto domiciliarios como insdustriales, es el poco o nulo control a los entes contaminantes.

Para conocer sobre los controles y las sanciones que se han dado se coordinó una entrevista con Pilar Llanos, directora de Ambiente de la Prefectura de Cotopaxi, entidad encargada de la regulación y control ambiental; sin embargo, a pesar de haber acordado un día y hora para la entrevista, Llanos nunca más respondió las llamadas ni los mensajes de texto enviados.

El río Ambato se forma por la unión de los ríos Blanco y Colorado en los páramos, baja por Pilahuín y Aguaján, hasta cruzar por la ciudad.

Río Ambato

El río Cutuchi, en Tungurahua, cambia su nombre a río Culapachán. Pero la basura es la misma, la contaminación es la misma y sigue así su camino hasta unirse con el río Ambato para, junto con el río Pachanlica, formar el Patate, que aguas abajo será parte del Pastaza.
En febrero de 2020 en Ambato se inauguró la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales Las Viñitas, una de las más modernas en América Latina y que tuvo un costo de 32 millones de dólares. Esta planta recibe el 90% de las aguas servidas domiciliarias del cantón, devolviendo al cauce del río Ambato aguas en buen estado para el regadío de los cultivos.
Sin embargo, esta planta no está diseñada para recibir descargas industriales, que en su mayoría van directamente al alcantarillado público, quebradas, sembríos o al río. Curtiembres y textileras son las que más contaminación generan.
Es mediodía y una madre corre apresurada con su hijo por la vía principal de Puerto Arturo, para llegar a la Panamericana Norte. En el camino, el pequeño hace muecas y se tapa la nariz, lo mismo que hace su mamá. La pestilencia es insoportable y se vuelve más fuerte por el viento que atrae el olor de una curtiembre que está en la vía. “Ya estamos acostumbrados a que huela a podrido, porque esa curtiembre ya está años ahí”, cuenta la mujer.
Junto a la curtiembre hay una quebrada llena de moscos y basura. De sus muros salen varios tubos para botar los desechos directamente en este caudal. El agua ploma y pestilente sigue su cauce normal, hasta que sea usada para regadío o hasta que llegue al río Ambato.
Del total de las curtiembres que hay en Ecuador, se estima que el 80% están en Tungurahua. Según información de Corpoambato, en la provincia existen aproximadamente 57 curtiembres, de las cuales el 90% está en Ambato.
El proceso para el tratamiento del cuero es altamente tóxico. Para obtener una tonelada de cuero terminado, son necesarios aproximadamente 500 kg de químicos para que las pieles sean tratadas. El 85% de estos productos se convierte en desechos residuales, elementos tóxicos para cualquier ser vivo. Pocas son las curtidurías en Tungurahua que tienen procesos técnicos para tratar las aguas que se utilizan y devolverlas limpias.

En la zona norte de Ambato aguas residuales de industrias van directo a quebradas.

En el sector del Pisque Bajo, en el norte de Ambato, en menos de dos kilómetros cuadrados debe existir más de una docena de curtiembres, ubicadas en medio de casas y terrenos. Hace más de 40 años que se instalaron allí y con el tiempo les han ido quitando espacio a los sembríos de un sector eminentemente agrícola.

Improvisadas en casas o en grandes galpones funcionan estas curtiembres que vierten sus desechos directamente a los sembríos, en canales de riego, acequias o al alcantarillado.

Es habitual ver que sale humo de los cultivos que hay en la zona, debido a que con las aguas aún calientes que son eliminadas del proceso del curtido se riegan los terrenos. “Dicen que esa agua es como abono para las plantas”, afirma un hombre del sector, que pide guardar su identidad porque “aquí todos me conocen”. Además, dice que se ven obligados a usar esa agua, porque las acequias muchas veces están secas.

Este hombre que vive y trabaja en el Pisque Bajo cuenta que el mal olor está presente a diario, pero que “ya no pueden hacer nada”, porque las mismas autoridades del sector se benefician de la presencia de estas curtiembres.

Con esta agua se riegan varios sembríos de col, lechuga, tomate de carne, colifror, entre otros vegetales, que luego serán transportados al mercado Mayorista de Ambato, para de ahí ser distrubuidos a todo el país.

El cromo es uno de los principales elementos desechados por las curtiembres. La exposición directa a este químico se encuentra directamente relacionada también con afecciones de piel e intoxicaciones. El cloruro de sodio, amonio, mercurio, cadmio, entre otros, también son desechados por las curtiembres.

Según el ‘Estudio de la influencia de fuentes antropogénicas en la calidad del agua del río Ambato’, realizado por un grupo de investigadores de la Universidad Técnica de Ambato, entre finales de 2019 y mediados de 2020, se determinó que, a partir del índice de calidad NSF, existe un grado de afectación severa de las cuencas media y baja del río Ambato, en donde se encontró grandes cantidades de desechos agrícolas, sedimentos, material sintético, materia orgánica, restos de tensioactivos, desechos domésticos, de aves, de curtiembres y pesticidas.

En la misma investigación se advierte que la descarga constante de desechos tóxicos no permite que la corriente del río neutralice los efectos de estos contaminantes de forma natural, por lo que es necesario suspender el uso del agua del río Ambato hasta que las condiciones se acerquen a los niveles deseables y no afecte a los cultivos ni la salud de las personas.

Diego Reino, director de Ambiente del Municipio de Ambato, asegura que existen 11 puntos de monitoreo de la calidad de agua del río Ambato, en las partes alta, media y baja.

El funcionario afirmó que en la parte alta la contaminación del agua es menor, mientras que en la parte media y la baja requiere de tratamiento urgente.

Según Reino, a la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales Las Viñitas, las aguas ingresan con una contaminación que va de 15 a 17 puntos en el índice de calidad de agua, es decir, muy contaminada, pero después del proceso de tratamiento es devuelta al río con un índice de entre 35 y 40 puntos, apta para ser usada en los cultivos.

Sin embargo, el Director afirmó: “El problema que nosotros presentamos es que en algunas zonas hay descargas directas desde las industrias hacia el río Ambato: desechos animales y aerosoles usados para la agricultura”.

Para Reino es necesario, primero, que las industrias asuman su responsabilidad de tratar las aguas antes de devolverlas al río. Además, sostiene que se está desarrollando un proyecto de bio remediación para contar con plantas de tratamiento más pequeñas en diferentes sectores, ya que es muy costosa la construcción y el mantenimiento de una planta como la de Las Viñitas.

Samuel Haro, jefe de la Unidad de Plantas de Tratamiento de Aguas Residuales de la Empresa Municipal de Agua Potable y Alcantarillado de Ambato, señaló que hasta el 90% de aguas residuales de la ciudad llega a la Planta de Tratamiento Las Viñitas, pero que, además, el cantón cuenta con 17 plantas de tratamiento más pequeñas que están ubicadas en las diferentes parroquias.

Con relación a los caudales de descargas industriales que no pueden ser tratados en la planta Las Viñitas, Haro señaló que se ha realizado un acercamiento con la Asociación de Curtidores para que cada industria realice su tratamiento de agua antes de vertirla en el alcantarillado público.

“Uno de los principales problemas es la falta de control del ente regulador, que es el Gobierno Provincial de Tungurahua; no hace el control de las descargas que están vertiendo las industrias al alcantarillado público y, lógicamente, estas desacargas están viniendo sin ningún tratamiento a la planta Las Viñitas”, explica Haro.

Con las aguas aún contaminadas, sobre todo por las industrias, el río Ambato sigue su rumbo para ser parte del Patate; este río también es alimentado por el río Pachanlica, que transita por tres cantones de Tungurahua: Quero, Cevallos y Pelileo.

En los límites entre Salasaca y Ambato el río Pachanlica está lleno de espuma y con olor nauseabundo.

Río Pachanlica

Un olor a huevo podrido recorre la orilla del Pachanlica en un sector entre la parroquia Salasaca y Totoras. Cuatro borregos pastan frente a una planta de tratamiento de aguas servidas que dejó de funcionar hace varios años y que está junto al río. Piscinas llenas de lodo que apestan, varios tanques gigantes con hongos y un laberinto de tubos que, de a poco, se van oxidando, quedan de esta planta que se está destruyendo.

La espuma blanca resalta en el color café que tienen las aguas de este río, y que viene trayendo todos los residuos tóxicos que salen de las casas, de las industrias y de las lavanderías de jeans de Pelileo.

A pesar de que en Pelileo Grande existen lagunas de oxidación para tratar las aguas domiciliarias e industriales, este sistema no abastece para la demanda de la ciudad.

Con voz baja, sin alzar a ver y mientras saca las malas hierbas de su terreno, Armando Cuji, un adulto mayor que vive en Totoras, cuenta una historia que se repite: que hace unos 20 años se podía pescar en el río Pachanlica, pero ahora todos los peces se han muerto y el agua no sirve ni para regadío.

“¡Vea cómo están las plantas! Amarillas por esa agua podrida que viene del río”, dice Armando, mientras trata de recuperar algo de la hierba que sembró para sus animales.

En un estudio realizado por la Facultad de Agronomía de la Universidad Técnica de Ambato en el 2022, sobre la presencia de metales pesados en la cuenca baja del río Pachanlica, se determinó que el afluente está contaminado con fosfato, cromo y cadmio.

Isaías Quinatoa, director de Gestión y Calidad Ambiental de la Prefectura de Tungurahua, afirma que el 90% de lavanderías textiles y el 80% de curtiembres tienen permisos ambientales y el restante está en proceso de regularización; sin embargo, que tengan permisos ambientales no quiere decir que las industrias cumplan con el tratamiento de aguas residuales: “Nosotros asumimos las competencias de control ambiental en el 2015, y muchas de estas actividades económicas ya tuvieron control, seguimiento y regulación por parte del Ministerio del Ambiente”.

Además, sostiene que para las curtiembres es difícil cumplir con los parámetros ambientales, debido a la complejidad del proceso de tratamiento de las aguas que generan y porque cada una debería contar con su propia planta. Según Quinatoa, en estas industrias es necesario contar con un tratamiento terciario de residuos, pero la mayoría de industrias máximo tienen un tratamiento físico químico, es decir, primario.

“No existió una debida planificación de uso de suelo, por eso las curtiembres se ubicaron donde mejor pudieron”, señala Quinatoa, y sostiene que es necesario reubicar a todas estas empresas en un solo lugar para construir una sola planta de tratamiento.

Con relación al problema de las lavanderías de jeans, que en su mayoría están en Pelileo, señaló que las empresas que no tienen los permisos ambientales han sido sancionadas y las que han reiterado en la sanción están siendo suspendidas.

Río Patate

Con las aguas contaminadas de los ríos Cutuchi, Ambato y Pachanlica se forma el Patate, que también recibe una importante carga de contaminación, sobre todo, por los desechos de las aves —conocidos como gallinaza— y los pesticidas de toda la zona agrícola.

Más de 300 granjas avícolas funcionan en Tungurahua, la mayoría en Pelileo y Patate. Gerardo Nicola, exsecretario técnico de Fondo de Páramos de Tungurahua, sostiene que hay más de 6 millones de aves en las granjas de la provincia, que generan 8 kilos de gallinaza al día; es decir, 48 mil toneladas al año, aproximadamente 2 mil 400 volquetas. “¿Dónde ponemos todos estos desechos fecales de las aves? Claro que se puede transformar en abono, pero no hay esa planta”, pregunta Nicola.
Parte de esta gallinaza es usada como abono en los terrenos, pero la mayoría es arrojada al río en volquetas, lo que ocasiona problemas de eutrofización: una disminución dramática del oxígeno, al ser empleado para la oxidación de material orgánico y nutrientes. Y con el agotamiento del oxígeno, desaparece la vida acuática. Igualmente, los contenidos de amonio y nitritos generan toxicidad para los organismos del ecosistema acuático.
El Director de Gestión y Calidad Ambiental de la Prefectura de Tungurahua, confirma que han existido denuncias ciudadanas por el mal manejo de la gallinaza de parte de las avícolas, pero asegura que han desarrollado un proceso de capacitación con este sector para homologar el plan de manejo ambiental.
El río Patate, con toda la acumulación de contaminantes, llega hasta el sector del puente de Las Juntas, en Baños de Agua Santa, donde se une con el río Chambo, para formar el Pastaza. Uno de los principales afluentes del río Chambo es el Chibunga, que nace de las vertientes ubicadas en las faldas del volcán Chimborazo y cruza por Riobamba y otros poblados.

Todo tipo de desechos son arrojados en la quebrada Culay en el sector de Yaruquíes.

Río Chibunga

En los últimos meses el estiaje ha sido severo en la región Andina, el caudal del río Chibunga es bajo y no ha permitido que se lleve un par de sillones que están en su orilla. Estos muebles fueron arrojados en la quebrada Culay, ubicada en el sector de San Vicente de Yaruquíes, en Riobamba. Por esta hondonada viaja gran cantidad de basura que llega a desembocar, a través de una tubería, en una parte del río Chibunga.
Aunque los moradores han hecho todo lo posible por vigilar para que no se bote basura en la quebrada, camionetas llenas de desperdicios aprovechan la noche o la madrugada. “Vienen de todo lado de Riobamba a botar la basura. Antes esa quebrada era más grande, pero se está llenando de desechos”, cuenta Wilson Lemache, que tiene una mecánica en el centro de Yaruquíes y que permanentemente está vigilando que se deje de contaminar el sector. Seis quebradas en Riobamba tienen problemas de contaminación.
Este río, después de recorrer varios kilómetros y de recibir aguas servidas de casas, industrias, pesticidas, fertilizantes, más basura y desechos animales, llega al Parque Ecológico Chibunga, en el centro de Riobamba. Sus aguas turbias, espumosas y con mal olor pasan por medio parque y seguirán su recorrido por Riobamba, recibiendo las aguas residuales de toda la ciudad.
Ángel Vallejo, director de Ambiente del Municipio de Riobamba, sostiene que el crecimiento poblacional y la falta de planificación hizo que gran cantidad de descargas clandestinas de aguas residuales vayan directo al río Chibunga.
Riobamba cuenta con dos plantas de tratamiento de aguas residuales, pero estas no abastecen para toda la población; además de que no están “diseñadas de manera eficiente”, por lo que solo descontaminan el 30% de las aguas que llegan hasta estos sitios, explica Vallejo.
Según el Director de Ambiente, existe un plan integral de recuperación del río Chibunga, que consiste en la construcción de plantas de tratamiento compactas que descarguen las aguas residuales en un planta de tratamiento más grande que se está construyendo en el sector de San Luis, y que sirva para tratar las descargas de la zona sur de la ciudad. El proyecto está en etapa de socialización.

El agua contaminada llega hasta el Parque Ecológico Chibunga ubicado en Riobamba.

En el Parque Ecológico Chibunga, a la orilla del río, un par de niños que acaban de salir de la escuela juegan con el agua, chapotean y se mojan. Su ingenuidad hace que se expongan a uno de los ríos más contaminados de Ecuador.

Jean Carlo Andrade, investigador y coordinador de la carrera de Biodiversidad de la Universidad Indoamérica, realizó un estudio en 2022 para evaluar el río Chibunga. Los resultados mostraron que la calidad del agua varió desde la parte alta hasta la baja, siendo regular al inicio y mala al final, según la escala del índice EPT.

En la investigación se recolectó macro invertebrados: insectos que crecen en diferentes zonas del río y a través de los cuales se pudo establecer su estado ecológico. Si no se encuentran invertebrados en el agua, o solo los más resistentes están presentes, es un claro indicativo de sus altos niveles de contaminación que no son compatibles con la vida. “Se recolectaron un poco más de 400 especímenes y, tras constrastar con los análisis que realizamos, se llegó a la conclusión de que en los sectores donde se tomaron las muestras, la calidad del agua era de mala a regular; es decir, el río se encontraba bastante contaminado”, explica Andrade.

El investigador dice que se encontraron plásticos, residuos sólidos, pero que la mayoría de contaminación se da por descargas de aguas residuales, además de la contaminación por el uso de agroquímicos y pesticidas debido a la actividades agrícolas y ganaderas.

En varios estudios se ha encontrado cloriformes fecales (bacterias presentes en las heces), plomo, cadmio, aceites, grasas, entre otros contaminantes del río Chibunga.

Richard Vilches, director de Gestión Ambiental de la Prefectura de Chimborazo, agrega que, según los estudios que maneja la institución, el 90% del ríos de la provincia está contaminado. “El río Chibunga es el que genera más preocupación, porque es el más contaminado y está entre los cinco ríos más contaminados del Ecuador”.

Vilches sostiene que las descargas de los hogares y las industrias es lo que más problemas genera. “Hace 25 años uno podía bañarse en este río, ahora ya no porque es demasiado fuerte la contaminación”.

El Director afirma que el año anterior el expresidente Guillermo Lasso, en una visita a Riobamba, ofreció 32 millones de dólares para plantas de tratamiento; sin embargo, esos recursos aún no han llegado a la Municipalidad, encargada del saneamiento ambiental.

Riobamba solo cuenta con dos pequeñas plantas de tratamiento de aguas residuales que, además, no funcionan al 100%, por lo que la mayoría de contaminación va al río. “Los residuos de más de 265 mil personas van directamente al río Chibumba”, reconoce Vilches.

Según datos del INEC la Sierra es la región en donde menos aguas residuales ingresan a plantas de tratamiento, con solo el 22,8%, mientras que en la Costa es el 28,3% y en el Amazonía el 33,6%.

Cascadas de aguas residuales de todo Baños de Agua Santa van directo al Pastaza.

Hasta el puente de Las Juntas llegan el río Chambo y el Patate, arrastrando todo. En este sector se puede observar la fuerza del Pastaza que recorrerá por todo Baños recibiendo más contaminación, ya que esta ciudad tampoco cuenta con plantas de tratamiento. En pleno centro turístico, desde el puente San Francisco, se ve un conjunto de cascadas de aguas servidas que caen directo al Pastaza.
Germán Vega, director de Saneamiento Ambiental del Municipio de Baños de Agua Santa, afirma que hay un proyecto aprobado para la construcción de un nuevo alcantarillado en la ciudad, ya que el actual fue construido hace más de 70 años y lleva las aguas servidas de las casas directo al Pastaza.
Vega cuenta que junto con el proyecto del nuevo sistema de alcantarillado público está la construcción de una planta de tratamiento, pero que el costo total es de 21 millones de dólares, y que se están gestionando los recursos.
Antonio Machado es profesor e investigador del Instituto de Microbiología de la Universidad San Francisco de Quito y realizó un estudio sobre los 12 ríos más contaminados de Ecuador, donde encontró Escherichia coli y coliformes superiores a lo permitido por la legislación nacional e internacional, además de detectar contaminación química, de parásitos y de patógenos microbianos.
En el río Pastaza se halló el mismo nivel de cotaminación que en los otros ríos estudiados. “Hay tres fuentes principales de contaminación: la industria, la densidad poblacional y las actividades asociadas a la agricultura y la ganadería”, dice Machado, y sostiene que en lugar de buscar solamente una solución a los problemas que se dan por la contaminación, se debería planificar el crecimiento de las ciudades, que trae consigo el de las industrias y la agricultura.
El Ministerio del Ambiente es responsable de la conservación y protección del medio ambiente y de las cuencas hidrográficas, para garantizar agua la calidad a la población. Para hablar sobre este tema se solicitó una entrevista con el responsable de la entidad desde el 6 de diciembre; sin embargo, hasta la publicación de este reportaje, Mauricio Villacrés, director zonal 3 del Ministerio, se negó a dar una entrevista.

Un pequeño riachuelo de aguas cristalinas le devuelve algo de vida el río Pastaza.

Oxígeno para el río

Una pareja saca de su bolso una cerveza de un litro y una vianda con comida; ponen todo sobre una piedra y, en cuestión de minutos, están en medio de un riachuelo. Es mediodía, el sol se anima a salir y un letrero oxidado donde un papagayo pierde su color, les da la bienvenida a las ‘Pozas Las Estancias’, ubicado en la orilla frente a la vía principal de Río Negro.

En este lugar parece que cayó una bomba. En el margen del riachuelo se observa lo que alguna vez fue un sitio turístico. De los vestidores solo quedan paredes despintadas, con hongos, hierba en los pisos y sin puertas. Afuera de los vestidores hay cinco bancas con cerámicas rotas o sin cerámicas. Hay dos baños; en uno, aún no se han llevado la puerta, en el otro hay una gran piedra sobre el inodoro. En una de las paredes dice “boten agua”. El techo descascarado está a punto de caerse.

Este espacio fue construido por el Municipio de Baños de Agua Santa en la administración 1996 – 2000, como consta en el letrero despintado de la entrada.

El contraste de estas ruinas es el riachuelo de aguas cristalinas que pasa por este lugar y que en 50 metros se unirá al río Pastaza, tratándo de darle oxígeno y vida a un río que acumuló muerte en su camino.