Prostitución, un trabajo que tiene adolescentes en sus filas en Ambato

Las menores trabajan en este oficio por la falta de apoyo en sus casas y las múltiples necesidades que tenían que solventar.
Angustia. Las menores trabajan en este oficio por la falta de apoyo en sus casas y las múltiples necesidades que tenían que solventar.

Dos menores cuentan su experiencia como prostitutas en el centro de Ambato. La pobreza es el denominador común que las orilló a este oficio.

Ya pasan las tres y media de la tarde y Camila, nombre protegido, no ha almorzado. Es lunes y únicamente tomó café con pan cuando salió de Salcedo, donde vive, para llegar hasta el centro de Ambato en donde trabaja como prostituta.

  • Antes arreglaba una casa con mi abuelita, pero a ella le detectaron cáncer y no teníamos para los remedios, así que busqué la forma de ayudar en la casa y con 16 años no te dan trabajo así nada más.

Su rutina de adolescente estudiante y hasta ama de casa cambia los lunes, jueves y viernes cuando llega a la ciudad a trabajar. Ella tiene un manejador, un ‘chulo’, que la obliga a darle seis dólares por cada cliente.

  • La pendejada es difícil, nadie sabe lo que se tiene que aguantar siendo puta. Menos mal yo no me meto con patas sucias porque si no esta vida sería todavía más mierda. Pero mi abuelita y mi ñaño valen la pena. Hasta ahora no me arrepiento porque en un año que llevo en el oficio no sólo tengo mejor ropa y eso, también comemos tres veces al día, mi abuelita tiene al día sus remedios y hasta hemos podido salir a pasear. Cosa que no hacíamos ni cuando mi mami vivía con nosotros antes de conseguir otro marido y olvidarse de que existíamos.

Camila se ajusta las zapatillas y disimula que camina por la calle Olmedo, en el sector del parque 12 de Noviembre, en busca de un nuevo cliente.

  • No te escondas, te gusta lo que ves, puedes tener más…

Le dice a un hombre que se para junto a ella en una moto, conversan un poco y Camila le dice que no puede irse, que ella tiene su propio cuarto y que mejor lo “atiende” ahí.

 

TOME NOTA 
En Centro y Sudamérica, México, Brasil, Colombia, Perú y Argentina son los países con mayores problemas de explotación sexual de niños y adolescentes.

 

La negociación no llega a ningún lugar, pues el sujeto inicia la marcha y Camila le saca el dedo del medio mientras entre dientes emite un insulto.

  • El man pide pendejadas, ni cagando me voy de aquí. Aquí por lo menos vemos cómo nos cuidamos entre las que nos conocemos, si no por ahí hasta nos pueden hacer quién sabe qué o hasta matar.

Sigue en su trajinar y se encuentra con una de sus compañeras, Laura de 16 años, quien le dice que hagan una pausa para poder ir a comer, pues “la panza” le suena y si se “coge a un man más” no va a avanzar.

Ambas tienen el mismo manejador, quien de vez en cuando manda a vigilarlas.

 

EL DATO 
Según datos de la Unicef, calcula que alrededor de 1,8 millones de niños y niñas sufren la explotación sexual en todo el mundo.

 

Unas pestañas naturales que parece que abanican todo a su paso, Laura sin tapujos cuenta que la mañana de ese lunes ya tuvo tres clientes, dos de ellos “se portaron bien” y hasta le dejaron una propina para que pueda comer.

  • El primero se rifó y me dejó 10 dólares extras para que pueda comer, no quiero gastarme esa plata porque ya se vienen las fiestas y estoy ahorrando para comprar una tele porque la de la casa ya está vieja y no podemos poner ninguna aplicación para ver películas o series.

Ambas caminan y entran a un restaurante de pollo broaster y piden un combo tres cada una. El arroz con menestra, ensalada y la gaseosa les sabe a gloria. Mientras disfrutan del “desalmuermerienda”, cuentan que esa será su única comida del día y van a “aprovechar todo para no tener hambre” el resto de su jornada, que por ser día de feria atenderían por lo menos hasta las ocho o nueve de la noche.

  • En la tarde y noche es mejor, porque los manes salen de los trabajos y vienen a vernos, muchos no saben que soy menor de edad pero creo que ni les importaría porque con tal de tirar, van a lo que se mueva. La primera vez que me acosté por plata fue difícil, menos mal ya no era virgen porque ya me había acostado con mi primo a los 12 años, después ya tuve mi novio y ahí cogí experiencia, por eso cuando una amiga me dijo que podía conseguir plata acostándome con el papá de otra amiga aunque me dio recelo lo hice porque había perdido el año y mis papis me dijeron que no podía seguir viviendo en la casa si no llevaba dinero porque no iban a mantener a una ociosa buena para nada, que ni para estudiar a distancia servía y que con el trabajo como comerciante informal que tienen jodido darle de tragar a siete bocas.

 

La pendejada es difícil, nadie sabe lo que se tiene que aguantar siendo puta”

Camila, 17 años

 

Hace poco más de dos años así empezó la historia de Laura, que vive en Píllaro y quien en un inicio solamente se prostituía con hombres conocidos, pero cometió el “error de meterse con un venezolano” que la obligó a salir a la calle.

  • Una vez me encontré con mi primo y el man me hizo un escándalo porque no era justo que me dedique a esto, pero luego se contentó y ahora de vez en cuando viene a darme una vuelta para ver si estoy bien. Menos mal no soy de aquí, si no fregada la cosa porque podría encontrarme con mis papis o mis ñaños y me arrastran.

Las adolescentes, terminan de comer y van al baño en donde se ajustan el maquillaje y la ropa para empezar nuevamente su jornada.

 

La primera vez que me acosté por plata fue difícil, menos mal ya no era virgen

Laura, 16 años

 

Qué dicen en sus casas

Camila sale de su vivienda diciendo que trabaja en Ambato en la casa de unos empresarios que le pagan bien y que la señora le regala ropa de sus hijas, como su abuelita tiene 78 años le cree, mientras que su hermano de 12 no se interesa mucho por lo que hace.

  • Bueno no es tanta mentira porque sí tengo un cliente que es empresario y siempre viene y me regala cosas, que las vendo en Facebook y así consigo más plata, que a la final de cuenta es lo que necesito.

Laura también ha elaborado una fachada en la que le dice a sus papás que está trabajando en un centro de belleza en Riobamba, por eso ahora se maquilla, pinta y arregla el cabello con más frecuencia. Además, siempre tiene hecha manicure y pedicure porque asegura que eso le ayuda a “no tener clientes tan guacala”.

  • Siempre me ha gustado estar bien arreglada y ahora me produzco un poco mejor. Además, he ido a varios cursos para aprender a maquillarme bien bonita y no parecer realmente una puta.

Han pasado más de dos horas entre que conversan y van a trabajar y ambas se despiden porque ya pasó varias veces el “ojo seco”. A su manejador que, aunque no lo pintan como un ogro, sí como un “pana exigente”. (DLH)