Las mascotas son las consentidas de las candidatas

Las mascotas son las consentidas de las candidatas
UNIÓN. Los padres y el hermano de Estefanía Ulloa recuerdan momentos plasmados en fotos junto a su mascota Lua.

El cariño que sienten por ellas se contagió a sus familias, quienes comparten su afición por los animales.

Casarse con su perrito, llevar a su mascota a todas partes, compartir la casa con más de tres caninos o frenar en plena Occidental (Av. Mariscal Sucre) para rescatar a un animal abandonado son algunas de las cosas que las candidatas han hecho.


Sus familiares más cercanos destacan el apego que tienen con ellos con frases como “hasta duerme en la misma cama” o “trae perritos sin importar qué raza son y les busca hogar”. Esos seres se han vuelto parte de su familia y también las extrañan durante su jornada diaria.


Amor canino


Con un vestido blanco largo, Melissa Aguirre luce una sonrisa amplia junto a “su príncipe”, como ella le dice de cariño. Ese fue el día en que se casó simbólicamente con ‘Zizu’, un schnauzer que pronto cumplirá 10 años. Las fotos que su madre, Gladys Tinoco, muestra orgullosa, las tomó una de las mejores amigas de la candidata hace un par de años.


“Él le espera hasta que ella llegue”, cuenta Tinoco, quien también es muy cariñosa con ‘Zizu’. En casa Melissa y su hermana menor, de 11 años, lo miman todo el tiempo y hace poco “cumplieron el sueño de meterlo con ellas al mar”. Todo está documentado en fotos que la madre, quien es originaria de Zaruma guarda en su celular.


Asimismo, en la memoria de los padres y el hermano de Estefanía Ulloa hay cientos de anécdotas de su amor por los animales. Su padre, Jorge Ulloa, recuerda especialmente la vez que vieron una tortuga que tenía una pata herida y ella lo convenció de comprarla para curarla. Él le dijo que sí y luego juntos la llevaron a un lugar donde podían mantenerla mejor.


Su vocación ha sido siempre ser adiestradora canina, piensa su hermano mayor, Jorge Ulloa, quien reconoce su talento y cuenta que en una ocasión se acercó sin miedo a curar a un perro pitbull que se había lastimado en una pelea. Ahora la más mimada de la casa es ‘Lua’ (una perrita rescatada de 3 años), que es una “vaga”, dice su cómplice de toda la vida con quien actualmente trabaja en los distintos proyectos de producción que él tiene.

Compañía indispensable


En la casa de Gabriela Jiménez siempre se escuchan los ladridos de los cuatro perros que viven con su familia. “Casi uno por cada uno”, dice su mamá con una sonrisa tímida. Además de eso, tienen algunos pajaritos y durante su vida familiar han tenido otras mascotas.


Entre grandes y pequeños de distintas razas acompañan a la familia siempre en todos los momentos y como el de Gabriela es muy apegado a ella, la recibe con mucho cariño por las noches.


Para Verónica Suárez y su madre, Estrellita Garcés, también ha sido importante la cercanía de las mascotas y en especial de la última que las acompañó durante 15 años. “Es muy difícil la pérdida, por eso por ahora no queremos otro perrito”, dice Garcés cuando menciona que hace tres años falleció su mascota, que era parte de la familia.


De igual manera, ‘Peluchín’, un french poodle de 10 años, representaba una muy buena compañía para Lizbeth Mejía y su familia. Vivió cinco años con ellos pero cuando se mudaron a Santo Domingo tuvieron que dejarlo en Quito con una tía por cuestiones de salud. El hermano mayor de la candidata, Carlos Mejía, cuenta que él era el preferido de Liz y que su familia lamentó mucho su pérdida hace un año. (PCV)

Defensa animal


Con el tiempo las sensibilidades de las generaciones van cambiando, opina Fernando Garcés, padre de Sarah Garcés. Aunque reconoce que los jóvenes ahora se preocupan bastante por los animales dice que hay otras cosas que se están dejando de lado. A su hija le gustan los animales, pero es mucho más sensible con los problemas de las personas. Una de las fotos favoritas de sus padres es una en la que ella aparece muy cerca de un camello, en otra de sus pasiones que es viajar.


Ese cambio generacional también lo ha experimentado Teresa Rosero quien reconoce que su familia fue siempre taurina pero que ella decidió apartarse de ese mundo porque ama demasiado a los animales y no le gusta su sufrimiento.