La época del galope se va desvaneciendo

La época del galope se va desvaneciendo
Cambios. Los caballos son más utilizados para cabalgatas relegándolos de sus otras funciones.

Las costumbres y las tradiciones de los montuvios empiezan a sufrir cambios. Los moradores dicen que sienten que la modernidad se ‘apodera’ de sus formas de vivir.

LOS RíOS, LA HORA

Aquel sonido que producen los caballos al trotar en las sabanas se están desvaneciendo en las zonas rurales del litoral, pues ahora es reemplazado por el rugir de las motos, esas que son llamadas ‘caballitos de acero’.


Adentrarse en el campo es saber más sobre las tradiciones y las costumbres del montuvio. Es conocer de cerca sus sentimientos, miedos, temores y, sobre todo, sus ganas de salir adelante.


Es fácil identificar a un montuvio por su apariencia física y hasta por su color de piel y prácticas laborales. Lo que es difícil es descifrar de dónde nació la idea de cambiar sus animales y reemplazarlas por ligeras y modernas motos.


Tal vez sea la prisa que llevan por modernizarse o quizás la mezcla de culturas que existe en la actualidad y que cada vez va ganando terreno en las zonas montañosas.


El mocacheño Antonio Aspiazu lo destaca como una manera para acelerar el trabajo y la movilización. Y es que a sus 60 años de vida, recién hace dos, reemplazó su caballo, que fue su compañero de faena, por una moto.


Manifiesta que la idea no fue suya, sino más bien de sus hijos, quienes insistieron en que se modernizara. “Empecé cambiando el sombrero por la gorra, luego las botas por zapatos de suelas y poco a poco me convencieron para que me comprara la moto, pero hasta ahí, pues nunca abandonaré mi machete ni mis raíces”, comenta Aspiazu como tratando de convencerse asímismo de que así será.

La época del galope se va desvaneciendo
REALIDAD. En los campos ya no se ven caballos de carga. La motos los han reemplazado.

Este hombre se refiere al orgullo que siente de ser montuvio, ya que ellos han formado parte importante del desarrollo social, agrario y económico del país.


Similar idea tiene Francisco Ibarra; sin embargo, aún se resiste a sufrir cambios extremos, tal vez porque quiere guardar los secretos y las tradiciones que sus padres le enseñaron, las cuales las lleva en el corazón y que solo la muerte le arrebatarán. “Yo a mis 69 años de edad tengo muy claro los momentos en los que corría por los potreros detrás de mis caballos, arando la tierra, con las aves, sintiéndome libre. ¡Así deseo morir!”, cuenta Ibarra, mientras toma un puñado de tierra en sus manos.

La época del galope se va desvaneciendo
Trabajo. La gente en el campo ha remplazado los caballos por las motos por su rápida movilidad y transportación de carga.

Se va lo ancestral


Aunque se diga que en el campo el tiempo pasa lentamente para los campesinos o los montuvios, no es así, puesto que el tiempo se está convirtiendo en su peor enemigo, porque han visto como las nuevas generaciones han cambiado sus ideas y se han ‘modernizado’.


Aquellas prácticas rústicas que tenían para preparar la tierra o para cosechar las frutas están variando y eso les preocupa. Pues se les está yendo de las manos sus costumbres ancestrales.


Nunca pensamos que el tiempo iba a cambiar tanto, antes lo mínimo que se tenía era una bicicleta, ahora las motos y los vehículos están inundando los campos y contaminando nuestro ambiente.


Pero nada de eso cambiará nuestro sentir, nuestros corazones, nuestros pensamientos, asegura Robino Cárcamo, quien habita en la parroquia Zapotal del cantón Ventanas y se resiste a abandonar sus creencias y sus costumbres.


El uso de los caballos


El caballo es un ser mítico que ha acompañado al hombre a lo largo de su evolución.


En la actualidad, este es aún el noble animal por excelencia, y distintos pueblos se han dedicado a explotar sus virtudes naturales, como es el elegante trote que surge cuando el jinete ha encontrado la armonía entre la fortaleza, la velocidad y la estética anatomía del equino. (MZA)

Cifra


7,4%


de la población ecuatoriana se identifica como montuvio, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).