El terrorista consentido de EE.UU.

Los terroristas se supone que son hostis humani generis – «enemigos de la raza humana.» ¿Entonces, por qué la administración Bush permite que uno de los terroristas más famosos se pasee libremente en Estados Unidos?

Me refiero a un hombre que, hasta antes del episodio del 11/09, era talves el terrorista más destacado del hemisferio occidental. En 1976 organizó la explosión del avión de pasajeros en la que murieron todas las 73 personas a bordo, incluyendo a los jovencitos del equipo de esgrima de Cuba. Tambien ha admitido su participación en una serie de explosiones de bombas contra hoteles y clubes de turistas en Cuba, en 1997. Hoy vive ilegalmente en EE.UU., pero al gobierno de ese país, el mismo que declaró una guerra sin cuartel en contra del terrorismo pocos años atrás, no parece molestarle su presencia.

Hablo de Luis Posada Carriles, el cubano ex-agente de la CIA, nacionalizado venezolano y entrenado por la Agencia en la Escuela de las Americas en 1961. Más tarde, en Venezuela, planificó con éxito la explosión de la aerolinea cubana (aparentemente con la ayuda de la CIA). Fué arrestado por su crímen pero escapó de la prisión venezolana antes de ser llevado a juicio.

Después, Posada ayudó a Ollie North a adquirir ilegalmente armas para los Contras de Nicaragua. Trató repetidamente de asesinar a Fidel Castro y estuvo detrás de una serie de atentados con explosivos en los hoteles de la Habana. Los recientes documentos desclasificados sugieren que, a través de casi toda su carrera, siempre estuvo en contacto con la CIA.

Posada entró ilegalmente a territorio estadounidense. Algunos grupos de derechos humanos y los gobiernos de Cuba y Venezuela pidieron repetidamente al gobierno norteamericano que sea juzgado o extraditado por sus actividades terroristas. Mas, por varios meses, la administarción Bush negó inclusive que Posada estuviese en territorio norteamericano.

Pero en Mayo 17, 2005, el periódico Miami Herald puso en mal predicamento al gobierno al publicar una entrevista en primera plana con Posada, quien, mientras disfrutaba de su cocktail de durazno en el balcón de su residencia en la Florida, describía su preferencia por ciertos libros y alegremente confesaba que al principio pensó que el gobierno norteamericano lo buscaba, pero que eventualmente descubrió que los agentes federales no estaban realmente interesados en encontrarlo. Debido a esta publicación, la administración se sintió forzada a detener a Posada, pero solamente bajo cargos relacionados con inmigración, no por actos de terrorismo.

Desde el 2005, la administración Bush parece haber hecho todo lo posible por arruinar el caso en contra de Posada; manejándolo intencionalmente tan mal, que recientemente una exasperada jueza federal confesó que no le quedaba otra alternativa que dejar sin efecto los cargos en contra del acusado.

Así que, por ahora, Posada es un hombre libre, a pesar que la administración tiene suficientes evidencias para arrestarlo por su participación en la explosión de la bomba en la aerolinea cubana en 1976 en Venezuela, y en las de los hoteles en Cuba.

La hipocresía de la administración Bush al permitir la liberación del terrorista Posada, evidencia su falta de seriedad en la lucha contra el terrorismo. Quizás porque un juicio contra el «Comisario Basilio» expondría las cuestionadas tácticas de antaño por parte de la CIA; como tambien resentiría a la linea dura de exiliados cubanos, cuyos votos la actual administracion cuida como a la niña de sus ojos.

Sergio Eguiguren
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