El mercado futbolístico en Europa

La prensa y los fanáticos del fútbol vigilan con atención el bien llamado
mercado de futbolistas. Aunque la mayoría destaca las transferencias de
profesionales establecidos en los grandes equipos, a veces revelan novedades
de un mercado menos llamativo: la contratación de niños.

En el mundo de fútbol y el deporte se mueven fortunas, y tienen un peso
importante en la economía de los países de la Unión Europea. Según datos del
Parlamento Europeo, los deportes generan entre un 3 y un 4 % del PIB anual
de la Unión y su tasa de crecimiento media es del 4 % anual, superior a la
economía total de la Unión.

El sueño de muchos niños y jóvenes latinoamericanos y africanos es llegar un
día a jugar al fútbol profesionalmente en Europa. Dinero, fama, escapar a
una vida de miseria y sin futuro, podría estar al alcance con sacrificio, y
demostrando las capacidades deportivas, consideran muchos de estos niños
que, dejando de lado la infancia, llegan a Europa a probarse en algún
equipo.

Nadie les advierte que las posibilidades de fracaso son mayores que las del
éxito, y que en la mayoría de los casos, quedarán atados a contratistas que
los negociarán como esclavos. Muchos jóvenes se mantienen en Europa
escondidos sin papeles, aceptando cualquier trabajo, después de ver
truncados sus sueños de futbolistas por alguna lesión temprana o descartados
por los clubes. Es probable que aunque advertidos de esa situación, intenten
de todas maneras probar fortuna. Lo que les espera en casa sigue siendo un
futuro de miseria y marginalidad para la inmensa mayoría. Aunque no hay
estadísticas globales, el origen social de la inmensa mayoría de los
jugadores profesionales corresponde a hijos de trabajadores, marginales y
excepcionalmente, de clase media.

El mundo interno del fútbol, lejos de las cámaras de televisión de los
partidos, es duro, cruel, y para muchos un mercado de tráfico de personas.
Un tráfico que cada vez los busca más jóvenes.Pese a que la Federación
Internacional del Fútbol Asociado (FIFA) prohíbe la venta de jugadores
menores de 18 años, es práctica corriente que los clubes europeos acuerden
recibir a jóvenes, y en algunos casos, menores de 12 años, lo que significa
un beneficio extra si estos jugadores logran llegar a jugar
profesionalmente. La reglamentación pensada para impedir el tráfico de
menores en fútbol, ha impulsado a los clubes a buscar futuras estrellas,
fuera de la Unión Europea, a una edad temprana. Si los jugadores llegan con
más de 12 años, ocuparían plaza de extranjero y no podrían competir en las
ligas juveniles.

El Parlamento Europeo estudió en comisiones el mundo del fútbol buscando
mantener la promoción del deportey analizando la forma de proteger a los
jugadores como trabajadores y personas. Sin embargo, la comisión de Cultura
sólo logró presentar algunas recomendaciones que no pasan de ser un catálogo
de deseos. De todas maneras constató que en el mercado del fútbol europeo
existe «la sombra del tráfico humano».En esa discusión, el eurodiputado
socialista francés, Guy Bono, sostuvo que en el mercado de las
transferencias de futbolistas, especialmente extracomunitarios, «podemos
hablar de verdaderos canales de inmigración clandestina» y asegura que se
realizan «prácticas escandalosas».

La comisión elaboró un informe titulado «El futuro del fútbol profesional en
Europa», redactado por el europarlamentario belga del Partido Popular
Europeo, Ivo Belet. El documento expresa preocupación por la posibilidad de
que las iniciativas en favor de los jóvenes futbolistas nacionales,
«degeneren en tráfico de niños, con clubes ofreciendo contratos a menores de
16 años» e insiste en que «deben respetarse siempre las leyes de inmigración
en relación con la contratación de jóvenes talentos extranjeros», por lo que
pide a la Comisión «que aborde el problema de la trata de niños en el
contexto de la Decisión marco del Consejo sobre la lucha contra la trata de
seres humanos». La comisión admitió que miles de jóvenes futbolistas
terminan en clubes de segunda categoría, sin contratos, sin seguro de ningún
tipo, y sin posibilidades de aprender un oficio y obtener una profesión,
después de haber aceptado la promesa de un contratista o un club europeo.

Gran parte de los participantes en una audición sobre la materia que tuvo
lugar en mayo de 2006 en el Parlamento Europeo (PE) estuvieron de acuerdo
con que el fútbol merece una regulación específica a nivel europeo. El
mercado futbolístico en Europa mueve grandes cantidades de dinero, y no
escapa a escándalos de corrupción, acusaciones de falta de transparencia,
diferencias abismales entre equipos «grandes» y «pequeños», polémica por la
falta de oportunidades de los jóvenes… por no hablar del racismo y la
xenofobia que demuestran algunos seguidores en los estadios.

La comisión parlamentaria advirtió en su informe que las diferencias en la
legislación laboral y fiscal de los diversos Estados miembros están creando
desequilibrios entre los clubes europeos, donde los equipos poderosos
económicamente captan a los mejores profesionales, fomentando la emigración
de talentos.

El informe reconoce que estos podría resolverse mediante la armonización o
la coordinación de las disposiciones jurídicas, laborales y fiscales que se
aplican a los jugadores y los clubes profesionales. Con ello se dispondría
además de la oportunidad de reforzar los derechos laborales de los jugadores
profesionales, que no se garantizan en todos los Estados miembros
(jubilación, desempleo, baja por enfermedad, etc.).Por lo mismo, la comisión
propone un diálogo social que atienda el reconocimiento de títulos
profesionales a los agentes y que se regule su actividad. Además señala la
necesidad de establecer cuotas de futbolistas locales, y regular los
traspasos internacionales.

A principios del año 2007, la UEFA, asociación del fútbol europeo, eligió
como nuevo presidente al antiguo jugador francés Michel Platini, quien
prometió una política de «defensa del juego» que evite que «el negocio guíe
al fútbol». «Me comprometo a hacer todo lo posible para convencer a la
Comisión europea, a los eurodiputados y a las autoridades políticas en
general de que la ley comunitaria debe apoyar al deporte con un marco legal
adecuado», afirmó.
La comisión sabe que además debe enfrentarse con una estructura mundial de
clubes que se rigen por encima de las leyes nacional y no admiten injerencia
de los órganos normales de justicia casi en ningún caso.

El mercado del fútbol mundial, de miles de millones de dólares anuales, está
lejos de todo control estatal, y las pocas veces que los estados u
organizaciones internacionales, como la Unión Europea, han intentado
legislar, han visto como sus «recomendaciones» han caído en saco roto, o
simplemente no se respetan. Quizás la única excepción haya sido la sentencia
Bosman de 1995* que obligó a los clubes a considerar jugadores nacionales a
todos los nacidos en países de la Unión Europea, asimilando al jugador como
un trabajador comunitario.

Sin embargo, como dice un viejo dicho, hecha la ley, hecha la trampa, y 12
años después de la sentencia, los clubes se han ingeniado para eludir la
ley. Según la Federación Internacional de Futbolistas Profesionales,
alrededor del 50 por ciento de los jugadores profesionales europeos no
firman contratos de trabajo con sus respectivos clubes y muchos contratos de
trabajo y entrenamiento resultan problemáticos desde el punto de vista
jurídico. Es que el jugador individualmente, poco puede hacer ante el club,
la asociación de fútbol nacional y la FIFA, sin contar que en el medio tiene
un contratista que saca partido de ambas partes.

Los contratistas y agentes de los clubes, recorren los países
subdesarrollados en busca de nuevos talentos, y esos jóvenes y sus familias
saben que también puede ser la única oportunidad para salir de la miseria.
En esa búsqueda, los agentes cada vez apuntan a futbolistas más jóvenes,
niños de 10 y 12 años.A pesar de que las normas de la FIFA sobre
transferencias de jugadores prohíben que éstas se realicen con menores de
dieciocho años si sus padres no viajan con ellos, a veces superan este
escollo falsificando los documentos de identidad de los jugadores, y en
otros casos, trasladan toda la familia.

Una vez en Europa, la mayor parte de ellos empieza a jugar en equipos de
categorías inferiores. Si después no consiguen un contrato, es frecuente que
pierdan sus visados y la protección de sus agentes, quedando abandonados y
en muchos casos negándose a volver a su país tras haber fracasado. Esta
realidad fue denunciada en el parlamento europeo por el representante de la
ONG Culture Foot Solidaire y ex futbolista camerunés Jean-Claude Mbvoumin

Para Mbvoumin, el tráfico de jóvenes jugadores de fútbol entre África y
Europa es una realidad, justificada por el hecho de que «los futbolistas
africanos son los más baratos» y también los que ofrecen «mejor relación
calidad/precio». «Los clubes compran jugadores africanos para revenderlos»,
explicó, «o los contratan cuando aún son muy jóvenes sólo para ver si dan
buen resultado». En el caso de que se decida no renovar el contrato, «muchos
acaban cayendo en la delincuencia o en situaciones imprevistas».Mbvoumin
radicado en Francia, país de destino de la mayor parte de los jóvenes
jugadores africanos, destacó que el 48 por ciento de los futbolistas
profesionales son extranjeros y la media de edad de la liga se sitúa en 18,6
años.

Esta semana fue noticia que el poderoso equipo alemán, Bayern de Munich,
fichó al jugador peruano Pierre Larrauri, de sólo 13 años, considerado una
de las futuras estrellas del fútbol de su país.Barcelona de España fichó a 6
niños que su jugador estrella, Samuel Eto’o trajo de su escuela de fútbol en
Camerún. El Valencia cedió al Shalke04 alemán a Nikon Jevtic de 11 años, el
joven inglés de origen yugoslavo que fue noticia porque su hermano lo
entrena de niño para ser una figura del fútbol y nunca pisó un colegio.El
Getafe de Madrid consiguió el fichaje de Federico San Millán, de 12 años que
estaba de vacaciones en España, se realizó una prueba y quedó en el club. El
Atlético de Madrid fichó a Germán Pacheco un jugador del Vélez Sarsfield de
Buenos Aires que recurrió por el caso al tribunal deportivo de Suiza.

El Espanyol de Barcelona, recibió a dos «promesas» de Argentina, Gastón
Videla de 10 años y Lautaro Ludueña de 12 años. En este caso fueron
acercados al club por dos contratistas, Miguel Meca y Sebastián Mercuri,
abogados de Barcelona. Mercuri es argentino y su padre, Daniel, un
experimentado técnico que dirigió en Colombia y hasta trabajó con Maradona
hacia el final de su carrera en Newells Old Boys. En Argentina han
denunciado además otros casos, como el de Oscar Trejo. Los padres invocaron
la patria potestad y el chico de 18 años fue al Mallorca de España después
de un litigio a través de la FIFA con su club, Boca Juniors.Otro caso fue el
de Fernando Forestieri, también de Boca. Los padres invocaron la patria
potestad y se lo llevaron al Genoa de Italia y ya debutó en el Sub 17 de
Italia.

Estos son sólo algunos ejemplos de casos que han llegado a la prensa, pero
todos los días decenas de niños se somenten a pruebas en equipos europeos.
Los clubes de los países subdesarrollados protestan, pero no preocupados por
el tráfico de niños, sino porque se quedan sin cobrar los llamados «derechos
formativos», es decir, recibir parte de la torta.

En los clubes europeos hay miles de niños y jóvenes, de entre 9 y 17 años
con licencia para jugar al fútbol. Por ejemplo en España, el mayor mercado
del fútbol actual, hay más de 340.000 jóvenes en esas edades. Los técnicos
sostienen por experiencia, que apenas el 4% de ellos llegará a jugar en un
equipo de primera división.

Partición Varsariah.
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