Patricio Pron iría con placer al infierno, por sus libros robados

Damián De la Torre Ayora

Unos 8.827 kilómetros son muchos. Esa es la distancia que separa a Ecuador de España. Claro, con un celular, a través de una llamada, podrían no ser nada para tomar contacto. Pero, si en el momento preciso se corta la comunicación, puedes perderlo todo… o por lo menos la información que requerías. Ahora, si la llamada se pierde por tu culpa -pues metiste mal el dedo, literal-, la cosa podría parecer peor.

No es un mediodía cualquiera. Tiene día y hora; también nombre y apellido. Es el 23 de enero de 2019. Es la fecha en que Patricio Pron se ha llevado el Premio Alfaguara de Novela.

Un jurado presidido por Juan José Millás decidió premiar a su inédita ‘Mañana tendremos otros nombres’, que llegó al concurso bajo el título ‘El museo de las relaciones rotas’ y con el pseudónimo No Soy Stiller.

En una ceremonia que se transmite a través de la casa editorial Penguin Random House, el autor argentino agradece por el galardón: “La noticia de mi premio consiguió que me mantuviera callado por 10 minutos y quienes conocen a los argentinos saben que eso es muy difícil”.

Tras la ceremonia, la editorial, desde hace varios años, organiza una llamada-conferencia con los medios de distintos países. Ecuador está incluido.

Varios periodistas estamos atentos desde Quito, en simultáneo con otros colegas de países como Colombia y Panamá. Llega el turno de Ecuador… Y ¡zas! Luego de tu pregunta, aplastas el botón rojo y el celular dice: bye-bye.

Autoboicot
Lector, si ha visto la película ‘Forrest Gump’, debe recordar a Tom Hanks en su papel mientras va a pronunciar, por descuido, su discurso en el Monumento a Washington. Con su traje militar está apunto de relatar su experiencia en Vietnam. Pero le boicotean y desconectan los cables. Tan solo el líder hippie es quien lo escucha conmovido y lo abraza luego de que Forrest pronuncia: “Y eso es todo lo que puedo decir de Vietnam”.

Pues ese silencio tuve que vivirlo, y por un autoboicot que se dio sin querer queriendo. Verónica Mosquera, quien propicio la conexión de los medios ecuatorianos con Pron, movía sus dedos velozmente para que se dé la reconexión.

Y, cuando nuevamente la voz del escritor sonaba a miles de kilómetros de distancia desde el auricular, ya estaba a pocas palabras de pronunciar el punto final de su respuesta.

La pregunta

Se notaba inteligencia y un humor mordaz en aquel Pron que se desenvolvía en medio de la premiación. La idea era relajarlo un poco. Preguntarle algo para ‘romper el hielo’.

Se trataba de llegar a un personaje poco leído en Ecuador. No porque no interesara, sino porque acá los libros –como todo- tardan en llegar, y cuando llegan, el número de ejemplares vuelve a cualquiera un coleccionista de rarezas. En fin.

Su propio texto fue el que dio la pauta para formular la pregunta. A nuestras manos llegó el comienzo de ‘Mañana tendremos otros nombres’, y entre las primeras líneas dice: “A Él la idea de compartir la biblioteca no le había parecido la mejor ni la más conveniente, no por una sensibilidad excesiva frente a la propiedad privada –aunque, desde luego, solía ser muy celoso de sus cosas- sino más bien debido a que Él sabía que tenía una cierta compulsión a quedarse con los libros de otros. No era un ladrón, por supuesto. Pero había notado que en un par de rupturas anteriores se había quedado sin quererlo con libros que habían pertenecido a sus novias”.

“Sin exponerte con tu pareja -pregunté-, puedes decirme qué libros has robado tras las rupturas con tus novias. ¿Qué libros merecen ser robados?”. Su respuesta, en ese instante, fue el tono del celular apagándose.

La respuesta
Dos cosas se pueden decir de Pron: la una que es generoso con su tiempo; la otra, que por suerte es argentino y no se puede quedar callado.

No sé al final cómo se dieron las cosas. Había pedido a Verónica si, quizás, podían enviar el audio de la llamada-conferencia. Entiendo que ella dio a conocer lo que sucedió a la gente de Random House. Así llegó a oídos de Pron, quien envió un nuevo audio con su respuesta: “Los libros que en las sucesivas separaciones y mudanzas me he quedado, que pertenecían a mis exnovias, son libros que pienso que significaban mucho más para mí, que para ellas. Quiero creer que eso es así. Los que recuerdo más intensamente, que se me vienen a la mente en este instante, son libros esenciales como ‘Wolden’, de Henry David Thoreau, y un ejemplar de ‘La broma infinita’, de David Foster Wallace. Bueno, con estos dos libros, dado su calidad, no me arrepiento de haberlos robado. Si hay que ir al infierno, si hay un círculo para los ladrones de libros, seguro estaré con mucho placer en él”.

No sé si ese nuevo audio decía lo mismo que lo pronunciado tras la pregunta en vivo. No sé si las palabras se asemejan a la respuesta instantánea de aquel momento. Sé que Pron, conocido en el medio literario como un gran titulador -un título bien ganado si se piensa en ‘Nadadores muertos’, ‘Una puta mierda’, ‘El mundo sin las personas que lo afean y lo arruinan’, ‘El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia’, ‘No derrames tus lágrimas por nadie que viva en estas calles’ y ‘La vida interior de las plantas de interior’-, me dio parte de su tiempo para compartir qué libros ha robado. Algo que me llena profundamente, porque será un gusto compartir con él en el círculo del infierno de los ladrones de libros.

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FRASE

Es la fascinante autopsia de una ruptura amorosa, que va más allá del amor: es el mapeo sentimental de una sociedad neurótica donde las relaciones son producto de consumo”. Fallo del Premio Alfaguara 2019

Perfil
Patricio Pron

° Escritor argentino (Rosario, 1975). Ha publicado relatos y novelas. Entre otros reconocimientos, ha ganado los premios Juan Rulfo de Relato (2004), Jaén de Novela (2008) y el Alfaguara de Novela 2019.