Incidencia de la cantonización de Santo Domingo

Modernización. El Santo Domingo del ayer desapareció, la ciudad luce diferente, los cambios son notorios.
Modernización. El Santo Domingo del ayer desapareció, la ciudad luce diferente, los cambios son notorios.

Voy a recordar ese Santo Domingo del año 1968, primer aniversario de cantonización, cuando fui un niño de 6 años que llegó en corta visita a esta prodigiosa tierra desde Quito. Fue un viaje mágico…Luego de un largo recorrido en autobús, atravesando la Cordillera Occidental, empezamos a descender por tierras progresivamente cálidas, hasta toparnos con una visión original… En Alluriquín esos pintorescos carros abiertos llamados rancheras, llevando pasajeros y carga a raudales.

Al llegar a Santo Domingo de Los Colorados, el calor nos abrazó. Nos alojamos en la residencial “Embajador”, ubicada en una construcción morisca que casi ha muerto con los años, en la Avenida Quito. Fue mi mejor mirador para observar toda esta hermosa gente diversa… policías rurales con atuendo de vaqueros, torsos de todo color vistiendo guayaberas e indígenas colorados.

En esa misma construcción funcionaba la emblemática radio Zaracay. Me robó la atención la familia tsáchila… pelos rojos, mujeres de pechos desnudos, Todo era exótico, muy vívido. El parque Central, era un nido de almas dinámicas “como hormigas” iban y venían desde todo el Litoral y Sierra para comprar, vender y tomar su transporte; pues ahí se ubicaban los buses de Transportes Ecuador, Trans Esmeraldas, Santa, Zaracay y otros.

Remembranza

Desde la vereda del parque Central no podré olvidar la antigua Catedral y frente a ella una tienda esquinera de la familia Calvache, la oficina de Transportes Occidentales, el Cuerpo de Bomberos y el brioso restaurante Miravalle donde nos sirvieron un churrasco que podía abastecer una familia entera… carne asada, quizá más de una libra, papas fritas, arroz, ensalada y dos huevos criollos.

Al mirar por la gigantesca ventana posterior del salón vi un bosque señorial. El cielo estaba azul. Me quedé atónito. Era todo vital, hermoso y estaba cerca… a tan solo una cuadra. Pasando el río “Pove” que más tarde fuimos a conocer al visitar a la Familia Fernández, quienes tenían a orillas del río un aserradero. En otro pasaje fuimos al río Toachi, crucé el puente colgante. Del otro lado venían cargadores de café por quintales, con sus trotes temblaba el puente.

Al otro lado del Toachi unas pocas casas y bodegas; el aire transpiraba aroma de café. Caminamos unos cuantos metros y nos encontramos con algo que no olvidaré… esteros de agua cristalina, con cientos o miles de pequeños peces; y nunca se detenía ese flujo de vida explosiva. Alcé mis ojos y vi decenas de aves multicolores.

Regresando al pueblo vimos el Hotel Zaracay, lleno de “gringuitos”. Otra vez en el centro observamos tiendas de mascotas silvestres…cachorros de tigrillo, loros, papagayos, tucanes. Los “gringuitos” también visitaban al gobernador colorado Abraham Calazacón, sabio de botánica y medicina ancestral. Ya en la cama, rodeado de un toldo sentía asarme, pero la aventura de conocer algo más de lo que Dios había hecho en este paraíso, pernoctaba conmigo.

Un lugar diferente

Es este Santo Domingo que se ubica en la encrucijada geológica, interregional, pluricultural, el que yo conocí en 1968. Este Santo Domingo que fue emporio maderero, cafetalero, cacaotero, ganadero, turístico, de fama internacional; que dio de comer a saciedad y sigue siendo granero del Ecuador.

Es ese Santo Domingo donde se encontraron como en ningún otro lugar lojanos, manabitas, bolivarenses, tungurahuenses, esmeraldeños, carchenses y amazónicos, para hablar casi el mismo dialecto. Es este Santo Domingo de riqueza botánica, zoológica y humana que espera mejores días de quienes hacemos el presente. Es este Santo Domingo sin ostentaciones vanidosas, el que nos espera. Son los niños del Ecuador quienes requieren que abandonemos nuestra quietud para trabajar por el bien común.

EL DATO
La impregnación cultural del habitante costeño en Santo Domingo, era notoria y su cultura dominaba por su donaire.