El Librero: ¿Cuándo estará Quito en la ‘red’ de las mejores ferias del libro?

Ya está leída América Latina en Movimiento No. 534.
Ya está leída América Latina en Movimiento No. 534.

El reconocido librero Edgar Freire Rubio trae sus reflexiones, luego de sus infaltables lecturas.

Edgar Freire Rubio

· Juan Diego Quesada (periodista español) se inquiere: “¿Cuándo sería la perfecta feria del libro en español? ¿Tendría los espacios al aire libre de la cita madrileña? ¿La repercusión global de la mexicana de Guadalajara? ¿La atmósfera festiva de Bogotá? ¿La temporalidad de Buenos Aires? ¿La locura por la lectura desatada en Lima? La perfección es difícil de alcanzar, es verdad, pero al menos hay que intentarlo. Los directores de las cinco ferias del libro más importantes en la lengua de Cervantes se reúnen en Madrid para poner en común sus experiencias y encarar el futuro de una industria en permanente duda. De la entusiasta feria limeña que intenta abrirse paso a la consolidación Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, probablemente la cita cultural latinoamericana con una mayor repercusión” (Diario El País. 1-junio-2017).

Como Librero, uno también se pregunta, ¿cuál es la distancia cultural entre Bogotá y Lima con Quito? ¿Es la falta de ingenio? ¿De recursos económicos? ¿La escasez de audacia y de contactos de nuestros gestores culturales? ¿O ese lastre de pensar en pequeño y acomodados a la mediocridad? Con bombos y platillos anuncian que traen a la próxima Feria del Libro al escritor japonés Haruki Murakami. Con esta invitación tratan de engalanar esta cita del libro. Escucho y leo a gente valiosa, decir que es un acierto. Así debe ser. Entre Coetzé y Murakami (creo) hay una ostensible distancia. En Ecuador hay muchos “murakamistas” y estarán de plácemes. Confieso ‘con temor’ que apenas he leído ‘Tokio Blues’ (hace años y bajo la insinuación de Aleyda Quevedo).

Un día, mi amigo, Juan Ortiz del desaparecido Círculo de Lectores me obsequió un ‘ladrillo’ de este autor japonés y me resultó cuesta arriba. La famosa ‘ley de la gravedad’ se hizo patente y lo abandoné. Con emoción y deleite más bien le metí el diente a ‘La tentación del fracaso’, de Julio Ramón Ribeyro, librazo que injustamente lo tenía en ‘reserva’. Ya saben: “en gustos y colores,no opinan los doctores”. Los que sí van a agradecer la presencia de Murakami son los vendedores de libros piratas. Ya ‘hicieron su ‘agosto’ con las obras de Kazuo Ishiguro, el reciente Premio Nobel de Literatura. ¿Y qué hace o dice nuestra silenciosa Cámara Ecuatoriana del Libro? En fin.

En medio de las letras

No traté personalmente a Alfonso Laso Bermeo. Iba a la desaparecida CIMA y era atendido por mi maestro y amigo Luis A. Carrera. Cuando fue concejal de Quito, puso empeño en seguir publicando mi saga de ‘Quito, tradiciones, testimonio y nostalgia’, pero lo “municipal y espeso” lo impidió. Era un periodista deportivo atípico: le gustaba leer. Mérito que hoy es lejano. Basta escuchar a nuestros narradores o comentaristas de fútbol. Duele su partida, pero deja una rica herencia.

Patricio Robalino no se arredra ante las adversidades. Su Centro Cultural ‘Huasipungo’ ha festejado 40 años. Nuestro Municipio que es tan fan de los músicos se ha olvidado de celebrarlo. ¡Se lo merecen!

Oscar Vela Descalzo sacó del olvido a un gran lector. ‘Por la vida’ (El Comercio. 8-VII-18). Conocí y fui amigo de Jorge Glaser Lederer. Lector riguroso y fino. Silencioso hasta no más. Se emocionaba con la amistad de Alfredo Pareja Diezcanseco y García Bacca. Desde Bruselas nunca me faltaban sus cartas y postales. Era entrañable. Su fallecimiento me ha estremecido. ¡Qué pena!

Quedo como siempre “debiendo”: Centro Cultural Benjamín Carrión, Jaime Naranjo Rodríguez y a Pedro Isaac Barreiro…

P.D: Por inusual y justificado retraso, mis notas mensuales demoraron en publicarse. Pocos amigos y conocidos han creído que me he muerto. O que me han despedido de Artes. O que estoy enfermo. Un achaque propio de mi edad, me ha evitado que este peatón de Quito haya desaparecido. Una ciatalgia y un tinitus, ha hecho que me refugie casa adentro por unos seis meses. Agradezco a unos pocos pero fieles amigos (médicos, más que todo) que se han preocupado de mi ausencia. No han esperado mis llamadas. ¡Mil gracias!

TOME NOTA

El Librero recibe sus publicaciones en: Almacén Bolmar, calle Guayaquil N2-49 y Sucre, con atención a Martha Freire Rubio.

EL DATO

La casilla de Edgar Freire Rubio es 17012561.

Minimalista y doloroso

° ¡Llegó la hora de pagar deudas! Ardid, según el ‘Diccionario Abreviado del Español Actual’, de Manuel Seco, es escueto: “medio hábil o astuto para logar algo”. Y en el ‘Breve Diccionario Etimológico’, de Guido Gómez de Silva, casi ídem: “estratagema, empresa arriesgada, audaz, duro, fuerte”. ‘Ardid’ es el último poemario de Fabián Guerrero Obando (La Caída Editorial, 2018). Sí es empresa arriesgada superar sus anteriores textos. Y lo logra. Su lenguaje cada vez es más desnudo, minimalista y doloroso. Es como un acabamiento. Hay que releerlo, siempre. “Quema, pero ilumina”. ¡Muy bien!

Con ‘pie derecho’

° César Chávez Aguilar, sin ditirambos, debe ser uno de los mejores bibliotecarios quiteños. Lector inmejorable y generoso. Siempre dispuesto a ser referencial en los libros que recomienda leer. Acaba de cumplir un caro sueño: ser Editor. Y su primer ‘vástago’ es ‘Contra el silencio’, de Juan Carlos Arteaga. Tiresías Ediciones va a apostar por el género del ensayo. Y sale bien librado con su aporte. Juan Carlos Arteaga, en las 168 páginas, se luce limpiamente en sus seis microensayos. Se nota rigor, respeto al lector, temas inusuales (les recomiendo en especial ‘El canabalismo nos vuelve humanos’).

Siempre el mismo mantra: ¿acogen estos libros nuestras Librerías? ¿Nuestras bibliotecas y Universidades? Las reseñas de gente entendida son escasas, nulas. ¡Bien por Tiresías Ediciones! Hay que tocar madera.

Texto lúcido

° Siempre caben elogios para Turbina Editorial. Su colección Caja Negra, siempre depara sorpresas. Juan Carlos Cabezas me convida a leer ‘Moneda al aire’, ensayo de Leonardo Valencia. El hilo conductor de las 73 páginas es la novela de K. Ishiguro, ‘Los restos del día’. Texto lúcido y lucido, indudablemente.

Nada críptico. Logra incitar a leer la obra mencionada de Ishiguro y de paso otras del canon literario universal. La visión del género “novela” es interminable. ¡Congratulaciones!