¿Por qué una joven promesa futbolística ecuatoriana como Moisés Caicedo cuesta menos que una promesa brasilera o europea de las mismas características?

El pasado nos juega en contra. Un futbolista nacional debe pasar por equipos chicos para probar su valía antes de ser tomado en serio. Un joven talento argentino o brasilero, por el contrario, puede dar el salto directo a un grande de Europa.

Según páginas especializadas como Transfermarkt, el valor comercial de Moisés Caicedo, quien es una de las principales promesas futbolísticas de Ecuador, está entre los $15,6 millones y los $39,4 millones.

Un jugador joven, con un perfil similar, pero brasilero o europeo está valorado hasta en el doble; a pesar de estar en un equipo pequeño como el Brighton de Caicedo.

A través de su revista ‘Koyuntura Express’, la Universidad San Francisco de Quito (USFQ) acaba de realizar un análisis de por qué se dan estas marcadas diferencias.

El valor de los jugadores está dado por el potencial de ingresos futuros que pueden generar para su club. Eso está ligado naturalmente a varios aspectos:

1.- Su calidad futbolística que puede generar resultados positivos (ganar ligas locales o torneos internacionales).

2.- A la liga en la que juegan (actualmente la liga inglesa es la que más paga por los jugadores)

3.- Su carisma personal, porque hay jugadores extraordinarios que eventualmente no generan tanta imagen o lo contrario (por ejemplo, David Beckham era muy buen jugador, pero sobre todo un gran generador de mercadeo).

De acuerdo al análisis, sin duda la edad es importante, ya que determina por cuántos años más se podrán generar esos ingresos.

Hoy existen al menos 2 jóvenes que superan los $150 millones porque reúnen esas condiciones: Mbappé del PSG y Haaland ahora en el Manchester City. Detrás se sitúan jugadores como Vinicius (Real Madrid), Foden (Manchester City) y algunos más.

El pasado nos juega en contra

En este contexto, la pregunta es ¿Por qué un jugador ecuatoriano, sobre todo joven, vale menos que un brasileño? La respuesta tiene que ver con el hecho de que el equipo que compra un jugador, sobre todo joven, no conoce con exactitud su calidad futura.

«Por supuesto se toma en cuenta lo ya demostrado, pero eso solo es una parte de la información. En lo posterior, hay ciertas dudas: ¿mantendrá su nivel?, ¿será capaz de soportar la exigencia que significa ir creciendo en mejores equipos?», dice la USFQ.

Ante esas interrogantes, el comprador de una joven promesa solo puede echar mano de dos cosas. En primer lugar, mirar el pasado de sus compatriotas: ¿cuántos ecuatorianos y brasileños han sido exitosos en el pasado? ¿Cuántas jóvenes promesas brasileñas y ecuatorianas han logrado crecer en el tiempo? La respuesta es, obviamente, favorable a los brasileños o los europeos

Así, como le sucede al país cuando busca financiamiento para su presupuesto, o intenta atraer más inversión extranjera, uno de los factores que más juega en contra son las malas experiencias pasadas.

En segundo lugar, los compradores pueden probar a sus fichajes a través de obligarles a pasar una temporada en clubes más pequeños donde deben demostrar su potencial talento, procedimiento que se sigue más con un ecuatoriano, lo que obviamente genera una valoración más baja.

Es más probable que un joven futbolista brasilero o argentino den el salto directo a un equipo grande de Europa; mientras un ecuatoriano deberá probar sus condiciones desde los equipos más modesto. Por eso Vinicius vale más que Moisés, y por eso Vinicius

Todo esto también está ligado a la lógica misma de la pirámide futbolística. Un joven talento aparece en el Ecuador en alguna provincia no central, ni Guayas ni Pichincha, y es contratado por un equipo local que lo hace debutar en segunda división.

Al mostrar su talento es adquirido por alguno de los grandes (Barcelona, Emelec, Liga), donde confirma eventualmente su talento y es traspasado a un equipo chico de Europa.

La siguiente etapa es quizás ir un equipo medio de Europa y, ojalá, al final llegar a uno grande. En ese proceso su valoración pasa de miles de dólares a cientos de miles, a algunos millones y, finalmente, a algunas decenas de millones.

El caso de Antonio Valencia es un ejemplo de toda la trayectoria que debe cubrir un futbolista ecuatoriano para ser valorado. Sus comienzos fueron en un modesto equipo de la Amazonía, pasó por el Nacional; y luego dio el salto a equipos chicos de España e Inglaterra.

Solo después de todo eso es que le llega la gran oportunidad de ir al poderoso Manchester United, donde rompió todos los precedentes previos porque jugó al más alto nivel por diez años consecutivos.