Las mujeres indígenas representan la fortaleza y equilibrio en la movilización

LUCHADORAS. Integrantes de Mushuc Pakari, organización que defiende los derechos de la mujer durante el décimo día de paro nacional.
LUCHADORAS. Integrantes de Mushuc Pakari, organización que defiende los derechos de la mujer durante el décimo día de paro nacional.

Las mujeres llegaron a Quito y explican cuál es su rol y por qué protestan cargando a sus ‘guaguas’.

Son las 10:00 del 22 de junio de 2022. Es el décimo día de paro nacional y en Quito hay una tensa calma entre manifestantes y la Policía. Ninguno ataca a esa hora. El sonido de las detonaciones es reemplazado por el de grandes vuvuzelas.

En la Universidad Central del Ecuador, un grupo de cinco hombres, escucha con atención a Fabiola Toaquiza, presidenta de la organización Mushuc Pakari, conformada por 30 mujeres de Cotopaxi.

Durante el paro, su labor es velar por los derechos y el cuidado de las mujeres. “Que haya equidad, que no se las agreda y que si eso pasa, lo denuncien”, explica Toaquiza con soltura.

Asegura que se mantendrán en “la lucha” hasta que el Gobierno solvente los pedidos de la Conaie. A ella le preocupa que en el campo no haya médicos especialistas. “Una mujer, con un hijo, vaya a ver en cuánto tiempo le dan cita. Hasta eso, los niños se mueren o están afectados con mucha desnutrición”.

Ya que menciona a los niños, hace hincapié en por qué las madres marchan cargando a sus “guaguas”.

“Esas mujeres que vienen con sus niños están demostrando que también son parte de la lucha. Físicamente, al ver a esos niños, se representa al futuro del movimiento indígena”, señala la lideresa.

Esos niños son el reflejo de la inequidad entre el campo y la ciudad. Así lo destaca Gabriela Suntaxi, de la comunidad Guanto Grande, de Saquisilí, en Cotopaxi.

Suntaxi recuerda que en el campo no hay niñeras para que cuiden “a los guaguas” cuando las madres acompañan las movilizaciones. “Nosotros no tenemos centros de cuidado infantil. Dígame entonces, cómo criticar a una madre que camina tanto con su guagua. Eso es admirable, porque muestra la fortaleza”, comenta.

Un rol conciliador

Leonor Tipán es de Chimborazo. Se unió al paro desde el lunes 20 de junio de 2022.

Comenta que las mujeres se encargan de organizar todo. “Que haya cobijas, que no se le reparta más a unos y no a otros”.

Suntaxi agrega que la mujer indígena “trabaja la tierra de sol a luna” y “aún así recibimos compensaciones bajas. No accedemos a créditos y no todas estudiamos”.

Según la revista Gestión (2021), la mujer campesina tiene la mayor tasa de analfabetismo (14,2%).  Al mismo tiempo, la mujer rural brindó seguridad alimentaria durante y después del confinamiento, “pues ha garantizado más del 60% de la producción de alimentos en el país”.

Aunque las mujeres “no estemos al frente peleando con los policías. Nos encargamos de la alimentación de todos. De hombres, de mujeres y de niños”, enfatiza Suntaxi.

Las tres mujeres coinciden en que su rol es “el de pensar con cabeza fría” cuando la situación se pone tensa.

“Qué hace un hombre si no está de acuerdo. Ellos se van a los golpes. Entonces nosotras hablamos, les decimos que la lucha se gana unidos”, señala Tipán, quien, con una sonrisa y sin dudar, destaca que la mujer indígena “es más fuerte que los hombres”.

Marlon Acho, manifestante, lo certifica. “Ellas no están obligadas a venir y aún así lo hacen. A veces, yo digo de gana si van a venir con los niños, pero tienen la fuerza de venir hasta acá y acompañarnos y ver que tengamos dónde llegar, que nadie se quede sin un espacio para dormir”, explica.

Estas mujeres dicen que para ellas habría sido fácil quedarse en el campo “esperando que los hombres vengan a la ciudad”, pero destacan que es necesaria su visibilización. Consideran necesario que se sepa de la importancia de su trabajo “en la seguridad alimentaria del país”, dice Toaquiza. (AVV)

“En el campo no tenemos niñeras, ni centros infantiles privados ni nada. Tenemos que venir a la lucha con nuestros guaguas”, Gabriela Suntaxi, de Cotopaxi.