La Fábrica Imbabura, ahora, teje la historia

La Fábrica Imbabura está ubicada en el cantón Antonio Ante, en Imbabura, al norte del país. (Fotos: Luis Villacís)

La Fábrica Imbabura está ubicada en el cantón Antonio Ante, en Imbabura, al norte del país. El lugar, todavía con máquinas para elaborar textiles, se ha convertido en un museo histórico cultural.

La antigua Fábrica Imbabura fue una de las más importantes de zona para mover la economía y el comercio en el norte del país. Ahora se ha convertido en una pieza crucial para fomentar el turismo a nivel local y nacional.

¿Cómo ha evolucionado este lugar en el tiempo?

El complejo cultural, donde está ubicado el museo, alberga un teatro donde se realizan exposiciones culturales; así como danzas y ferias culturales realizados por los habitantes lugareños.

Los miembros del museo califican a este lugar como “patrimonio de los anteños”. Fernando Jara, uno de los guías turísticos del lugar, señala que la fábrica aglutinaba todo el proceso para la confección del algodón -uno de los insumos más importantes de la zona- para la producción textil.

Muestra de los antiguos trabajadores de la Fábrica en un día de jornada laboral.

Durante más de 70 años, la fábrica dinamizó la economía al fomentar la industria textil y el desarrollo económico a nivel cantonal, provincial y regional. Sus instalaciones albergaron y dieron oportunidades de trabajo asequibles para los habitantes nativos de la provincia.

Dos hermanos catalanes la fundaron en 1924 en la parroquia de Andrade Marín, del cantón Antonio Ante, en Imbabura. La Fábrica Imbabura se convirtió en una de las industrias textiles más importantes en su momento por crecer el nivel económico del país en el siglo XX.

Después de casi cien años de su fundación, la fábrica es ahora un museo. El recinto ha sido considerado “el primer museo cultural patrimonial”, según la página oficial del complejo cultural.

En este atractivo turístico, refundado en el 2014, se realizan eventos de difusión cultural y folclorica cada año, así como ferias artesanales con los pobladores del lugar.

El museo cautiva por su valor histórico

Maquinaria que procesaba y aplanaba las confecciones de algodón.

Jara comenta que, además de acoger eventos y exposiciones de la zona y de otros países, el complejo turístico que alberga a la Fábrica recibe donaciones para proteger a los perros aledaños a la zona que no tienen hogar ni dueño.

Además, el complejo ofrece cursos de aprendizaje de lenguas nativas de la región como el kichwa. Fernando Jara dice que el motivo de la promoción de esa lengua es para “preservar” las costumbres de los habitantes de la zona.

Para los visitantes, este museo tiene mucho valor histórico. Arturo Medina, un lugareño de Andrade Marín, ya ha visitado el museo. “Que se sigan preservando museos como este que tienen muchísima historia”, recomienda.

El museo también ofrece espacios para realizar foros y exposiciones de índole nacional e internacional sobre distitnos temas, entre ellos los culturales.

Una de las esculturas que se puede apreciar en el museo.

El museo contiene la maquinaria con la que los obreros confeccionaban las prendas textiles para hilar insumos, destilar el algodón o aplanar las camas de algodón. El museo también mantiene las piezas de aseo de los obreros como las duchas o piedras para despojarse de los olores fuertes de la fábrica.

El cierre de la fábrica señala el guía turístico, fue debido a una “falta de actualización” de la maquinaria de la fábrica y por la fuerte competencia en Quito, por parte de “La Internacional” y la competencia que se tiene con el mercado textil colombiano.

LA HORA-LAB: Luis Villacís-USFQ