El estilo de vida de la comunidad swinger transcurre discreto en Quito

Las fiestas y encuentros para el intercambio de parejas son más comunes de lo que se piensa en Quito. Sin embargo, quienes pertenecen a la comunidad swinger valoran la discreción de estos eventos, cuyos costos varían según el sector de la ciudad donde se realicen.  

Juan Gelman, poeta mexicano – argentino

“Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta inocencia de no ser un inocente,
esta pureza en que ando por impuro.

Si me dieran a elegir, yo elegiría”.

Fue hace 20 años cuando un programa de televisión cambió la vida de Carlos y Daniela (nombres protegidos). En ese entonces, tenían cinco años de casados, dos hijos y una relación monógama.

Carlos recuerda que una noche, muy, muy en la noche, veían un programa del que en ese entonces se llamaba HBO Olé (televisión internacional). “Hablaban del intercambio de parejas. Pero ni mi esposa ni yo comentábamos. Solo veíamos”.

Mientras el programa avanzaba, él se animó a preguntarle a su esposa si le gustaría intentar tener relaciones con otras parejas. Ella respondió que no, porque le daría vergüenza.

Pasaron los días y “ya en caliente, en la cama, le volví a preguntar y coincidimos en que sí nos gustaría”, cuenta Carlos. Así fue como esta pareja ­– con más de dos décadas de matrimonio – se adentró al mundo swinger que, en Quito, se practica de forma reservada hace, por lo menos, 30 años.

Antes de describir cómo son estos encuentros – que se hacen en todos los sectores de la ciudad – es importante entender qué son los swinger.

Alfredo, quien desde hace 15 años lo practica, dice que se trata de tener una relación no monógama, pero honesta.

“No tienes sexo por fuera de la pareja, sino que las cuatro personas están presentes. Para mí, lo más excitante es ver a mi esposa con otro hombre, y para ella el verme a mí con otra mujer. Los pocos que saben de esto nos miran raro, no comprenden que el amor va más allá del sexo. Ella y yo nos amamos, pero con una sexualidad libre”, asegura.

A este mundo de la no monogamia se suman otras prácticas como el poliamor, las triejas y otras formas de relacionarse física y sentimentalmente.

Pero los swinger, en la capital, ya se consideran una comunidad “que no daña a nadie y que tiene estrictas reglas de comportamiento”, destaca Alfredo, quien da esta entrevista en medio de una fiesta de intercambio de parejas, realizada en una casa-hacienda a las afueras de Quito.

Este es uno de los lugares más exclusivos, según los asistentes. La entrada cuesta 50 dólares por pareja. Para ir, se hace un depósito inicial de la mitad y horas antes de la fiesta te envían la ubicación.

“Cuando eres nuevo tienes miedo de que sea peligroso”, comenta Carlos.

Los 10 mandamientos

Antes de pagar la otra mitad, te explican que no se puede ingresar con celular u otros objetos que graben o tomen fotografías.

“Somos reservados y seguros. Aquí lo principal es la comodidad de nuestros clientes”, dice una mujer que con sus ojos escanea de pies a cabeza a los asistentes; más si son nuevos.

Luego de responder algunas preguntas sobre cómo supimos del lugar, saca un papel con letras grandes y emplasticado.

“Estas son las 10 reglas de los swinger. Las leen bien, me entregan su celular, una cédula y bienvenidos”, dice la mujer, combinando su serio tono de voz, con una cordial sonrisa.

Estos 10 mandamientos son la representación de los límites, dentro de los que muchos mal llaman libertinaje, pero que en realidad ya es una forma de vida:

1.- El “no” se respeta siempre y sin molestarse.

2.- El dinero no tiene nada que ver con swinger, eso es prostitución.

3.- Protegemos el anonimato e integridad de las parejas, así como el nuestro.

4.- Practicamos sexo seguro. Siempre se usa preservativo en las reuniones.

5.- Nadie debe estar borracho o drogado en la reunión. (Aunque no está escrito, la mujer resalta que hay seguridad, que “si debe sacarse del establecimiento lo hará” y tu pareja se verá obligada a irse también). Luego remata: “esto no es discoteca, aquí hacemos reuniones, queridos”.

6.- El trato debe ser siempre cordial.

7.- Si se estableció una cita previa o reserva, deben ser puntuales.

8.- La higiene es muy importante.

9.- NUNCA buscar contacto aparte con un miembro de una pareja.

10.- La mujer es quien decide, SIEMPRE.

Sentirse cómodos

Cada sitio que promueve las reuniones o fiestas swinger especifica quiénes pueden asistir. Los más puristas – porque como en toda cultura los hay – dicen que solo se aceptan parejas casadas, donde algunos incluso ponen una base de años. Sin embargo, hay quienes detallan que a las reuniones pueden ir personas solteras, casadas, viudas, novios u observadores.

A la reunión, a las afueras de Quito, que se hizo un sábado de junio de 2023, llegaron ocho parejas. Siete eran asistentes frecuentes.

Los que ya han sido swingers dicen que es importante hacer sentir cómodos a los nuevos. “Realmente hay sitios donde sientes mucha presión de hacer las cosas, entonces eso no nos gustaba”, recuerda Carlos.

Un secreto a voces en la capital

En Quito no hay un registro de cuántos lugares se dedican a organizar reuniones para swingers. Según explican desde la Agencia Metropolitana de Control (AMC) y la Secretaría de Seguridad, no existe una Licencia Metropolitana Única para el Ejercicio de Actividades Económicas (LUAE) para este tipo de establecimientos.

Por lo tanto, desde la Secretaría de Seguridad de Quito se señala que este tipo de eventos son ilegales. Pese a eso, la AMC no tiene registro de clausuras.

Sin embargo, uno de los blindajes que tienen los promotores de estas fiestas es que las hacen en propiedades privadas. Las clausuras se darían sólo si un establecimiento, como una discoteca o un hotel, promoviera fiestas swinger – una actividad ajena a su giro de negocio –. Algo que sí pasa y basta con buscar en redes sociales para darse cuenta.

La oferta está en toda la ciudad, en el norte, los valles, y el sur.

Algunos ofrecen dinámicas – concursos, karaoke, barra libre, habitaciones con temáticas, música en vivo. Incluso hay eventos dirigidos solo a “novatos”, “intermedios” o “avanzados”.

Y así como varía la oferta, también los precios. Hay fiestas swinger desde $35 hasta $75 (por pareja). Pero también dinámicas más personales, es decir, swingers permanentes, como en el caso de Carlos y Daniela, que una vez que acordaron ser swingers han ido a reuniones en Ecuador, pero también en países donde hay menos tabúes, como Argentina (solo en Buenos Aires hay ocho bares para intercambio de parejas, sin contar con los SPA) y Estados Unidos (país donde se han contabilizado, al menos, 400 establecimientos swinger).

Con el tiempo, el matrimonio dejó las fiestas y tuvo una pareja fija. Actualmente los cuatro son amigos.

“Hace 20 años ni se oía del intercambio de pareja. Ahora hay fiestas y reuniones libremente. Hasta mis hijos hablan de esto”, Carlos, swinger en Quito.