¿Es tiempo para un nuevo intento de unidad?

Un votante mira la papeleta de candidatos, en la elección del pasado domingo.

Es innegable que en un sector de la población nació un temor luego de la derrota en las últimas elecciones: el regreso de Rafael Correa. Pero el posible retorno del correísmo de antaño al poder total pudiera enfrentarse. ¿Cómo?

Hay un temor enorme en ciertos sectores de la sociedad civil, analistas y, claro, parte de la población, de que Rafael Correa, el correísmo, regrese con la fuerza de antaño.

No se atreven a dar fechas. Si el 2023 o el 2024. Pero los ven muy cerca del poder total en Ecuador.

Ese temor se incrementó durante los últimos días al conocer del rotundo triunfo en las urnas de ese temido sector y del movimiento indígena, ahora innegablemente liderado por Leonidas Iza.

Por eso, ahora también, en ese grupo de personas se acrecentó la desconfianza en el Gobierno de Guillermo Lasso. Se sienten a la deriva.

Lo acusan de falta de definiciones, de falta de promoción de acciones (incluso ahora con nuevo de Secretario de Comunicación), de cambios en la economía que puedan beneficiar a los más vulnerables. Se percibe desilusión.

Una parte de ese grupo es cauto, silencioso. Ellos perciben que se acerca ese cambio pero no están en redes o chats despotricando en contra del Gobierno. Lo dicen en llamadas telefónicas o conversaciones cara a cara.

Otro, por razones políticas o por pura desesperación, lo hacen públicamente. No se esconden en los chats o en redes sociales para cuestionar duramente al Lasso y advertir un próximo infiernillo.

Otros más se imaginan en el puesto del Presidente y ensayan acciones. Yo haría esto o esto otro… Desesperados lanzan ideas al viento a ver si algún día llegan a Carondelet.

Todos ellos, evidentemente, no quieren que regrese el correísmo a la Presidencia o, luego de las últimas votaciones, incluso, el líder de la Conaie, Leonidas Iza.

Pero la falta de unidad de los políticos de la tendencia de centro-derecha, por motivos puramente electorales, lastimó la confianza en los votantes. Eso quedó evidenciado en Quito, por ejemplo.

Entonces, para esto, y pese a los fracasos anteriores, nuevamente queda sobre la mesa la necesidad de la unidad de cara a las elecciones del 2025 o un cambio imprevisto en los próximos meses. Como lo advierten lo más pesimistas.

Nuevas salidas

Lo novedoso de está nueva época es que todo está por hacerse debido al hundimiento electoral de los partidos que no son correístas o indocomunistas. Es decir, se deben encontrar los motivos o causas que activen a un grupo de personas para que se sienten en la mesa con el fin de fortalecer la democracia.

Ellos deben definir tareas luego de la discusión de los problemas prioritarios a resolver. Ir al revés, como en la última elección, con los nombres de entrada sin saber los motivos, problemas y tareas para esa unión, de seguro tendría el mismo resultado.

En ese trabajo pudieran aparecer los nuevos nombres que tanto buscan los sectores de la sociedad civil, analistas y parte de la población. Y esas personas son las que tendrán que comunicar a la ciudadanía, los votantes, que hay nuevas salidas.

A veces los desastres, como este en el ámbito electoral, sirven para buscar renovadas formas de hacer las cosas.

La experiencia con la mordaza, la corrupción, el crimen, el espionaje, las alianzas riesgosas con los líderes del Socialismo del Siglo XXI, han sido escritas en la historia reciente del país. Y sus coidearios, seguidores y aliados no tienen problemas con ese pasado. Más bien, lo desmienten.

Por eso, los arriesgados que se sumen a la nueva tarea de hacer la Unidad serán los que fabriquen diques en favor de la democracia ecuatoriana, la libertad y la igualdad.

La pregunta es si, con la derrota electoral, estos grupos, ahora dispersos, que buscan más democracia, bajarán los brazos o harán un ‘apostolado’. No obstante, hay un pequeño grupo de dirigentes de la sociedad civil que ya piensa en esto, en el 2025.

Ese año parece lejos, pero en la medición de tiempos electorales y luego de la derrota en las seccionales, parece que ya están tarde. (JC)

 

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