Un proyecto común y solidario

Durante diez años se cultivó el culto a Correa, a su singular personalidad, física y simbólica. Su imagen fue adjetivada con ostentosas expresiones aduladoras. En las instituciones públicas, en las calles y en cualquier obra en construcción o por inaugurar, y con alta frecuencia en los medios de comunicación gubernamentales, que no eran pocos. La intención ideológica era abrumadora.

Quien fuera “héroe” mesiánico, el otrora salvador excepcional de la patria y el pueblo, no se anima a encarar a la justicia en casos de los que, dice, no tener memoria: la conspiración para el secuestro de un opositor político y el asesinato de un general. La afectada “sencillez” de su retórica actual contrasta con la que hoy enarbola. No tiene cómo mandar a perseguir y mandar a la cárcel a nadie, ni encubrir un crimen.

Nuestra democracia se ha erosionado en aras del sostener un proyecto político de tintes totalitarios, que no buscaba el bien común, sino el de la élite encaramada en el poder. En consecuencia hay que trabajar por consolidar un sistema de libertades y derechos por encima de correísmos y morenismos. Hay que sembrar en la ciudadanía la idea de compartir un proyecto común y solidario.

Para no venir al país a Correa no lo motiva la supuesta parcialidad de los tribunales, sino el develamiento de su imagen ante quienes confiaron en él y le dieron ingenuamente sus votos. No obstante, debemos poner por encima de esta figura, su entorno y su pasado lo más valioso que tenemos como colectividad: la democracia. Conviene defenderla, mejorarla y evitar que se degrade o se pierda.


La intimidad es indulgencia, tolerancia, reducto de las singularidades personales”. Theodor Adorno Filósofo alemán (1903-1969)

No son mis espinas las que me defienden, dice la rosa, es mi perfume”. Paul Claudel Escritor francés (1868-1955)