¡Tu gobierno terminó!

Rafael, durante 10 años, desvaneciste la tan anhelada esperanza de recuperar la patria, nos ilusionó tu falsa revolución que proclamaba un cambio de época. Lo admito, al igual que muchos fui cautivado por el aire inspirador y esperanzador que cubrían tus primeros años en el poder; desvanecidos inmediatamente por tu indolencia, machismo, autoritarismo, prepotencia y violencia que desgarraban cada día al país y su institucionalidad; tus acciones, incluso inhumanas, me alejaron de la revolución.

Con el hiperpresidencialismo otorgado por la Constitución de Montecristi, irrumpiste contra la independencia de las funciones del Estado, sembraste el terror como política. Jamás olvidaré las lágrimas de los perseguidos y encarcelados en tu mandato, las decenas de presos políticos que rondaron estos 10 años nos impedirán olvidar los atropellos cometidos al igual que las familias obligadas a separarse.

Rafael jamás olvidaré las ofensas contra las minorías, denigraste a las mujeres, humillaste y silenciaste a los llamados opositores, te burlaste de la ingenuidad de la gente, tu ego y vanidad nos costó millones. La rendición de cuentas representó ultrajes a la dignidad de quienes no pensaban o actuaban alineados a tus pensamientos o acciones; jamás agradecería por las obras de infraestructura construidas, algunas inconclusas otras elefantes blancos, recuerda que algunas de estas son cuestionadas por sobreprecios y corrupción. La deuda, la deuda, la deuda que nos heredaste es inimaginable.

A través de una pantalla eres juez y verdugo de tu predecesor. Cada expresión representa tu resentimiento, tus palabras invitan a la confrontación, incitas a rechazar el momento político histórico que juzgará indiscutiblemente a tu gobierno. ¿A qué juegas? ¿Pretendes, aún, defender la impunidad y el garrote como medios de gobernanza? ¿10 años de violencia política no bastaron? Rafael comprende: ¡tu gobierno terminó!, lo más sensato para el ciclo político que atravesamos es tu pasividad; el presidente Lenín Moreno está gobernando, entre discursos y decisiones ligeras, momentáneamente, respiramos aires de libertad y democracia.