Genios, profetas, visionarios

Si nos trasladamos a la Italia Renacentista de Leonardo da Vinci constataremos su capacidad artística, sus dotes para la filosofía, la hidrodinámica, la ingeniería; pero, quizá más importante que lo que hizo, fue lo que imaginó y no hizo: el carro de combate, el automóvil, el helicóptero, el submarino. Su capacidad imaginativa fue mayor que la productiva y lo que conocemos de él deja en nuestros rostros la misma expresión de asombro que deben haber tenido sus contemporáneos.

Un caso similar, es el de Julio Verne, quien fue capaz de escribir libros en los que predijo la existencia de la televisión, naves aéreas y subacuáticas, escafandras,viajes espaciales: ‘Viaje al Centro de la Tierra’, ‘De la Tierra a la Luna’, ‘Veintemil leguas de viaje submarino’, etc.

En 2015, la Fundación Telefónica le dedicó la exposición ‘Los límites de la imaginación’ en la que se analizó como este autor pudo influir en personajes posteriores y sus creaciones. Ya en 1863, Verne predijo que en el París de siglo XX existiría una red internacional de comunicaciones, idea predecesora del Internet.

Podemos aplicar el lema de dicha exposición a estos dos genios, profetas, visionarios: «todo lo que una persona puede imaginar, otros pueden hacerlo realidad».

Lo hemos comprobado abundantemente en los inventos de los siglos XX y XXI. Es más, estamos en una época en la que cualquier avance tecnológico debe parecernos posible. Cuántos libros y creaciones cinematográficas los han descrito, cuántos avances médicos, científicos y técnicos hemos presenciado y utilizado.

Acabamos de conocer la desconexión de Alice y Bob, dos programas desarrollados por la Universidad Tecnológica de Georgia, con la financiación de Facebook. Fueron implementados para crear un sistema de negociación entre ellos; pero, sin control humano, comenzaron a simplificar su lenguaje para disminuir el riesgo de errores y a crear uno propio; que de seguir así, podía llegar a ser incomprensible, con los riesgos que hemos, muchas veces, visto en las mejores películas de ficción.

No conocemos el futuro, pero las experiencias del pasado nos demuestran que no hay límites para la imaginación y que si se puede imaginar algún momento se podrá crear.