Sobre la decencia política

La decencia se define como un valor moral asignado por una sociedad cualquiera para referirse a sus integrantes, identificándolos en sus actitudes, y que tiene, entonces, “signos de aseo, compostura, recato y honestidad”. De aquí se infiere que un ser humano pueda ser calificado como honesto, justo, digno o que obra dignamente. Así, también puede calificarse como un ser de buena reputación, o que se comporta de una manera decente.

Aquello va implícito en un ordenamiento o un código social del ser humano, desde los albores de su integración como numerario hasta las sociedades más complejas que han demorado a través de los siglos.

La política, siendo el arte de gobernar una nación se convierte en una “actividad de los que rigen o aspiran a regir los asuntos públicos”, por lo cual, además, sería una vocación para lograr fines elevados que orienten a una sociedad, a sus pueblos, por andariveles de un desarrollo digno y humanitario, en el que la riqueza se reparta con un criterio de justicia para todos sus integrantes. Por ello el político debería ser versado en las cosas del gobierno de una nación y de sus pueblos que integran la modalidad republicana.

Y eh aquí el riesgo de la aparición de la indeseable demagogia, de los cantos de sirena y de los ofrecimientos con sabor a deidad, es decir como portadores de una divinidad en beneficio de nosotros, los pecadores. Así es como se presenta la politiquería, ese morbo que toma la acción de bastardear los fines de la excelsa actuación política. Así aparecen los juzgadores y los reos. Los limpios de cuerpo y alma. Los impíos.

Seamos positivos y optimistas. Votemos por las mejores opciones y esperemos que en los próximos días se lleve una campaña política de altura, de honestidad y de decencia. No es mucho pedir y quien se salga de este andarivel quedará expuesto ante la faz de la sociedad como un energúmeno que no soporta las normas morales de una convivencia fraterna y solidaria. Respetuosa de las opiniones ajenas.

Queremos hombres trasparentes, juiciosos, de probidad y buen comportamiento. Hombres no mentirosos o embaucadores. Así de fácil.