Saber elegir

Existen personas a las que la desagradable sensación de no ir a ninguna parte y de no llevar a cabo ningún proyecto del que puedan sentirse orgullosas de sí mismas, les quita el sueño. No es la falta de oportunidades, es la cantidad de tentaciones y posibilidades lo que les enreda y les hace abandonar cualquier objetivo. Un viajero que se pierde en el bosque no podrá salir si no toma la decisión de elegir un solo camino y recorrerlo hasta el final. Si se convive con las dudas, se cambia de proyectos con frecuencia o no se concentra en lo que cree saber hacer, el fracaso es seguro.

Si analizamos los hábitos de nuestra sociedad en el ámbito profesional, estudiantil o deportivo, no es el método el que fracasa, es la falta de firmeza y persistencia en el objetivo que se intenta alcanzar. Si añadimos las diferentes formas de corrupción ejercidas por corruptos y corruptores para el enriquecimiento personal y de grupos inmorales, veremos que estas personas no conocen la satisfacción personal del éxito por no haber sabido elegir el camino correcto. En un país donde todo se compra, las aficiones se convierten en objeto de consumo.

Nadie puede confiar en sí mismo o en su destino, si nada puede terminar, no lo sabe hacer o no existen resultados positivos. Cuando no se hace ningún esfuerzo por triunfar, la tentación de abandonar un proyecto es muy alta, su falta de personalidad así lo confirma. “Lo que no se hace con el tiempo, el tiempo lo deshace” dice la sabiduría popular; inconscientemente la gente busca tener dinero pronto y con facilidad, sin hacer ningún esfuerzo. La ambición de alcanzar beneficios inmediatos siempre está presente en la naturaleza humana.

La prisa por obtener el éxito no es cuestión de todos los seres humanos, es su persistencia por construir algo útil que perdure en el tiempo. No basta solo la inteligencia, es la voluntad, el deseo de persistir, repetir hasta hacerlo bien, para incorporarse al mundo del conocimiento hay que tenerlo muy claro en la mente hasta alcanzar el éxito. La vida humana tiene una tonalidad afectiva; las emociones, sentimientos y pasiones son fenómenos psíquicos que acompañan a nuestra conducta.

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