Poder y diálogo, en sociedades que cambian un caudillo por otro, no riman. El caudillo hace del diálogo una herramienta de pacificación. De desmovilización. Y cuando las tensiones bajan, el caudillo llena plazas, muestra bases, crece en las encuestas, legitima su proceso, se hace querer. Y así logra mantener un status quo.
¿Está ocurriendo algo parecido en Ecuador? Si bien ha pasado ya medio año del gobierno de Lenín Moreno, no son pocas las voces que reclaman voluntad para una transición democrática. De hecho, las organizaciones indígenas dan cuerpo a esa demanda y tienen previsto llegar este lunes a Quito en su ‘Marcha por un diálogo con resultados’. El peso simbólico de esta iniciativa debe motivar una pausa reflexiva dentro del morenismo.
Sin embargo ¿qué es, en materia política, el morenismo? ¿Las declaraciones del secretario de la Presidencia, Eduardo Mangas, filtradas pero no desmentidas, son insumos para responder esa pregunta? Ojalá no.
Mangas habla con cruda claridad. “No vamos a ceder en nada pero tenemos que dialogar, que se sientan escuchados”. Para uno de los estrategas de Moreno, ¿el diálogo es una red “para poder ampliar base social y política”, ganar gobernabilidad y despejar el olor a fraude tras las elecciones? Así –se sinceraba Mangas– se preparaba el camino para la continuidad del proyecto político.
El Ejecutivo ha tomado necesaria distancia de lo expresado por Eduardo Mangas. No obstante, la planificación, la política económica y el manejo de la diplomacia siguen siendo lo que Rafael Correa siempre soñó.
Para luchar por algo, primero tienes que creer en ese algo con mucha fuerza, con mucho amor”. Ángela Becerra Escritora colombiana (1957)
A veces, basta con cambiar de perspectiva para ver la verdad del otro”. Dan Brown Escritor estadounidense (1964)