Memoria Lgbti

Pedro Artieda Santacruz

En 2017 se cumplen 20 años de la despenalización de la homosexualidad. Las innumerables actividades programadas por diferentes colectivos de la diversidad muestran la importancia de este hecho en la historia del Ecuador y de Occidente. Es fundamental que las nuevas generaciones de poblaciones sexualmente diversas, que no padecieron la persecución oficial por parte del Estado, sepan quiénes fueron los actores principales de este proceso. Un país sin memoria es un país sin identidad, sin referentes.

Como en otras naciones del Continente, en el Ecuador hay líderes gracias a los cuales se han impulsado los cambios a favor de los colectivos Lgbti. Entre ellos se encuentran Alberto Cabral, principal del grupo de personas trans Coccinelle y de la Fundación de Minorías Sexuales del Ecuador (FEMIS), así como Orlando Montoya, protagonistas centrales en la lucha para la eliminación del artículo 516 del Código Penal que criminalizaba la homosexualidad. “Nadie parece saber que la libertad de los jóvenes gay de hoy es el producto de la lucha de los antiguos como yo”, reflexiona Cabral.

El/Ella, con la colaboración del poeta Luis Saavedra y de la fundación Inredh, acaba de publicar el libro Los fantasmas se cabrearon, crónicas de la despenalización de la homosexualidad en el Ecuador, documento esencial en esta memoria. ¿Quiénes marcharon y dieron la cara en los tenebrosos años 90 en el Ecuador? Principalmente los grupos trans que, en medio de la amenaza constante, recogieron firmas para pedir la abolición del mencionado decreto en espacios tan simbólicos como la Plaza de la Independencia.

Sin embargo, a pesar de sus luchas y logros, han continuado siendo discriminadas y maltratadas. Las autoridades de ahora están obligadas a protegerlas y a investigar los casos de maltrato, desaparición o asesinato. El femicidio también tiene que ver con las personas transfemeninas. Las poblaciones jóvenes Lgbti deben, por su parte, tenerlas siempre presentes. Saber que si ahora pueden caminar sin mayores tropiezos y exigir derechos -que aún no son los mismos que tienen las personas heterosexuales, algo en lo que el Gobierno debe trabajar- es porque “sus padres, madres y abuelos” de los 90 enfrentaron al poder y lo doblegaron.

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