Maestro: profesional, obrero y artista

Soledad Aguirre Riofrío

Toda profesión, oficio o arte siempre es buena, permite a la persona expresar aquello que no lo puede hacer con palabras y además le facilita encontrar felicidad en su ejercicio, lo importante entonces es llegar a la elección correcta.

Para quienes elegimos la docencia como profesión, en ella además encontramos un oficio y un arte maravilloso, y al reconocer la docencia como oficio, cumplimos al igual que el hábil jardinero el desafío diario de cultivar las fértiles mentes de los y las ecuatorianas que no son el futuro lejano, sino el presente que compartimos; la obra del docente es muy similar a la del escultor, que con paciencia día tras día va tallando la obra que luego la contempla con admiración y cariño.

Sin embargo, la labor docente es sagrada, por la singularidad del material con que trabaja, este es más valioso que cualquier metal precioso, más delicado que el cristal más fino, y más querido que la vida misma, los maestros trabajamos con niños y jóvenes encomendados a nuestra labor, he aquí la importancia y sublimidad de nuestro accionar dentro de la sociedad

Por ello el Día del Maestro constituye para los docentes un día de reflexión sobre la labor encomendada por la sociedad, los maestros somos formadores de hombres y mujeres, instruimos en la ciencia y formamos para la vida. Para instruir nos capacitamos diariamente, transmitimos lo que profesionalmente sabemos y lo hacemos de cabeza a cabeza. Mi saludo fraterno a todos y todas las soñadoras de un mañana mejor, mi voz de aliento para no desmayar en el empeño de estar siempre dispuestos a la mejor siembra. (O)