Los une el atropello a sus derechos

Como en cualquiera de las posdictaduras vividas en Latinoamérica desde la fundación de las repúblicas, todo aquel que haya sufrido prisión arbitraria, persecución, abusos sistemáticos, expropiaciones ilegales, despidos al capricho del gobernante, disolución de organizaciones gremiales y sindicales a manera de represalia política, siente que debe clamar por justicia.

En la lista se incluyen casos en los que se sospecha el asesinato, acusaciones infundadas de intento de golpe de Estado, espionaje, secuestros, desapariciones forzosas y destierros basados en el odio, el afán de que prevalezca el poder y la voluntad del mesías por encima de cualquier ley humana o divina de turno. Ese “porque me da la gana”, tan de nuestra cultura machista.

El dedo acusador también se vuelve contra jueces y fiscales, a los que deberá pedir que rindan cuenta y fundamenten de sus decisiones. Son solo los casos en que se presume en que el régimen anterior incurrió abusivamente al margen de la Ley, violando además tratados internacionales y la Constitución.

El escenario fue el Complejo Judicial Norte de Quito, donde se forjaron no pocas de estas abominaciones legales, para el lanzamiento de la Mesa de Perseguidos Políticos del Consejo de la Judicatura. Decenas de afectados se dieron cita y en voz alta hicieron sus denuncias.

A centenares de ecuatorianos, algunos exiliados fuera de nuestras fronteras, no los unen tendencias ideológicas o partidarias sino el atropello cometido en su contra y en contra de sus familias. Los unifican el odio, los insultos, los vejámenes y la cobardía con que sus vidas eran tronchadas sábado a sábado por Correa y sus obedientes e incondicionales colaboradores.


Reorganiza el juego, vamos a comenzar desde el inicio, con confianza vencerás, es por eso que naciste…” Raul Seixas Músico brasileño (1945-1989)

Cada hombre es una humanidad, una historia universal”. Jules Michelet Historiador francés (1798-1874)