Valemos lo que damos

Patricio Valdivieso Espinosa

El Ser Humano no tiene precio, pero se puede medir su valor, no por el costo en moneda, sino como el aporte con el que mejora la sociedad a la que pertenece. Por ejemplo, cuando una persona intenta comprar a otra para utilizarla, dándole trabajo y manipulándola: la primera, lo único que termina sintiendo en el fondo es desprecio; aunque la segunda, presuma de maniobrar el asecho. En tiempos políticos, es común ver a ciertas autoridades de elección popular que intentan perennizarse en los cargos o cambiarse de una dignidad a otra, jugar con la necesidad de las personas, forzándolas a engañar, mentir o insultar, si quieren conservar su contrato.

Lo despreciable es que las y los que creen ser faraones de la política, forzan a los contratados a decir lo que los manipuladores sienten y no se atreven a expresar, indicándoles suspicazmente lo que deben hablar, porque no tienen el coraje de salir a enfrentar lo que piensan; porque no tienen la decencia para salir a defender lo que guardan en su afligido y ambicioso corazón; o porque, seguramente, incluso después con todo cinismo, intentan pedir la ayuda de aquellos que antes, también los mandaron a difamar. Práctica de la política que hay que desterrar.

A la política hay que devolverle la dignidad, y jamás pactar con los de doble moral; ni tampoco se puede bajar la cabeza y seguir ocultando como han venido manipulando a la gente; lo que intentarán de cualquier modo, es callarnos, enviando insultadores que nos siga confrontando, porque no quieren que le recordemos a la gente común lo que han sido, ni pueden convencerlos de lo que fingen ser. Por eso hay que tener cuidado, ubicarse lejos de los manipuladores, pero estar atentos de los insultos que envían a través de sus colaboradores, y seguirlos desenmascarando.

Lo más detestable, es la forma en como utilizan a la gente, por eso hay que enfrentarlos, haciendo las cosas diferentes; pero hay que tener cuidado de no dejarse llevar a su cancha, son diestros en terreno fangoso; inclusive, contratan con recursos obscuros especialistas insultadores, para que, desde otra esquina, de manera simulada, ataquen como perros rabiosos. Hay que sortear estos obstáculos, si queremos realmente heredar a las futuras generaciones una nueva forma de hacer política; el tiempo es ahora, porque pronto dejarán de ser novedad. (O)

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