La vida no se inventa

Juan Aranda Gámiz

Hemos aprendido que un Ser superior nos dio la vida y que vivirla requiere de arte y sapiencia, suerte y donaire, siguiendo los versos de Jorge Manrique a la muerte de su padre “…este mundo es el camino para el otro que es morada sin cesar, más cumple tener buen tino para andar esta jornada sin errar…”.

Hay que conocer quiénes somos para vivir sabiendo a dónde queremos ir, porque sin rumbo no se puede seguir el camino.

Pero no podemos olvidar que vivimos por deseo y necesidad, pues en el primer caso aspiramos siempre a desarrollarnos como seres humanos y profesionales, en la rama que hayamos estudiado o nos hayamos especializado, mientras que en el segundo caso nos esforzamos por seguir siendo nosotros, hasta el final de nuestros días, trabajando, comiendo y compartiendo.

Sin embargo, hay personas que teniendo conocimiento del encanto de una vida sencilla, aspiran a aparentar otro estilo de vida y para ello inventan un “modus vivendi” que, aunque les parezca extraño, lo interiorizan y lo transforman en una apariencia real porque obtienen un provecho.

Son capaces de disfrutar sin placer y de llorar sin lágrimas, alcanzan a sentir pudor de lo que les causa envidia y dolor en unas ingenuas cosquillas, viven para mimetizarse en otra clase y presumir de una suerte sin destino.

Vivir disimulando es desperdiciar la oportunidad de humanizar las sensaciones y nos transformamos, poco a poco, en estatuas que interpretamos realidades desacomodadas y desconocidas, aunque pretendamos imitarlas a cabalidad.

Al fin y al cabo, todos llegaremos a un momento en nuestras vidas en que tendremos que sentarnos a analizar el porqué de nuestra existencia y si fuimos capaces de armar un proyecto que diera sentido a la vida misma.

Por lo tanto, sólo tendrán respuesta aquellos-as que pusieron rumbo a sus propósitos verdaderos, sin copias ni maquillaje, porque la esencia es la que copiarán todos quienes deseen caminar con nuestros mismos zapatos y no les servirán los de las personas que quisieron inventar una propuesta que sonaba a chantaje. (O)