La pobreza

La pobreza se relaciona con la educación tanto de los dirigentes como de la población en general. Los sindicalistas del transporte necesitan pensar que pronto los camiones estarán conducidos por robots, los de la construcción, estudiar lo que ocurre en países como China y otros en los que existen casas y edificios construidos por impresoras 3D. Los cálculos actuariales de las jubilaciones van a volar en pedazos cuando la expectativa de vida suba a 200 años y cuando la medicina nos permita aspirar a la inmortalidad, cosa que sucederá en menos de cincuenta años.

Todos estos cambios están ya entre nosotros y estamos obligados a reflexionar para aprovecharlos, vivir mejor y evitar sus efectos nocivos. Son pocos los líderes del continente con los que se puede hablar sobre este tema, que es el más importante que afrontamos a mediano plazo.

La diversidad de grupos que existe en nuestras sociedades es inédita y solo podrán convivir si se fortalece la democracia. Los avances de la tecnología agudizan la diversidad, estimulando la conformación de nichos horizontales conformados por individuos que creen cosas semejantes, comparten intereses, y a veces se comunican solamente entre ellos, volviéndose impermeables al mensaje de otros.

Hay millones de individuos que se relacionan entre sí porque admiran a un youtuber, son hinchas de un club de fútbol, practican un deporte, coleccionan motos, crían mascotas, pertenecen a un grupo de barras bravas o comparten cualquier interés. Son ciudadanos cuya conversación no gira en torno a la política porque no les interesa. La política vertical va desapareciendo en la sociedad contemporánea, caen bien los líderes que se identifican con la gente y comunican que la respetan. Es difícil tomar medidas de shock, no caben los mesianismos, ni las grietas definitivas.

Tiene vigencia lo que dice Primo Levi en los últimos párrafos de su libro He aquí el hombre: “Habiendo comprobado que es difícil diferenciar entre los verdaderos y los falsos profetas, es mejor desconfiar de todos los profetas; es preferible renunciar a las verdades reveladas así como a las que nos entusiasman por su simplicidad y brillantez. Es mejor contar con otras verdades, más modestas y menos entusiasmantes, aquellas que se consiguen cada día, poco a poco, con el estudio, la discusión y el discernimiento”.

*Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino.