La historia puede ser peligrosa

Margaret MacMillan

La política no se puede pasar por alto, importa porque afecta a la vida de la gente común. En el siglo XVIII se tenía fe en la razón; después hubo que reconocer que muchas cosas escapan a nuestra razón, como el subconsciente. Luego pensamos que las fuerzas económicas eran más importantes que las emociones y ahora puede que estemos volviendo a la idea de que los miedos son importantes.

La historia puede ser peligrosa. A veces no nos damos cuenta de que tenemos prejuicios y sesgos. Pero al mismo tiempo es indudable que hacemos frente a muchos de los mismos problemas: nacionalismos, ideologías, la hostilidad de sectores de las democracias hacia ellas. Muchas veces es difícil saber decir que no, oponerse a la presión cuando se habla del honor de un país y de su destino.

Somos una mezcla de nuestra historia personal y de la historia grupal que configura la cultura en la que nos criamos. No es algo estático, inamovible, pero la historia ayuda a comprender a otra gente. La historia no es una ciencia exacta, pero sí podemos pedir una explicación. La historia siempre está cambiando y moviéndose. ¿Sobre qué evidencia se construye una afirmación? ¿Cuál es el razonamiento? Las decisiones están motivadas por todo tipo de cosas.

Gran parte de la Historia depende de los individuos con irracionalidades y sentimientos. A veces personas con grandes responsabilidades son un manojo de emociones con comportamientos erráticos. Es mejor abrir el pasado y examinarlo aunque sea un proceso doloroso y sea muy delicado decidir cuándo hacerlo. Para muchos de nosotros la voz humana del pasado es importante. La capacidad de los seres humanos para ignorar lo que no quieren saber es ilimitada.

*Historiadora canadiense. Este texto es una composición de fragmentos de entrevistas recientes en varios medios de comunicación.