Julián Assange

Rodrigo Santillán Peralbo

Por las razones que fuesen, el presidente Moreno retiró el asilo concedido hace casi siete años al fundador de WikiLeaks, Julián Assange, periodista australiano y ecuatoriano por naturalización. Con ese acto, desató pasiones agresivas e insultantes entre las derechas proyanquis del Ecuador y el mundo que aplauden y felicitan al gobierno, pero también provocó protestas y rechazos de quienes consideran que se violaron derechos fundamentales del asilado y del derecho internacional relativo al asilo. El hecho gubernamental debería ser cuidadosamente tratado a fin de no enturbiar las relaciones con países amigos como Suecia, al detener a Ola Bini, o amenazar a “dos hackers rusos”, sin pruebas.

El “delito” de Assange es haber creado WikiLeaks y difundido casi medio millón de informes secretos sobre crímenes de guerra y lesa humanidad cometidos por los yanquis en Irak y Afganistán, y haber publicado unos 250 mil documentos enviados por los diplomáticos al Departamento de Estado y CIA lo que constituye “un hito en la historia del periodismo” que ha marcado un antes y un después de WikiLeaks. Assange tuvo la valentía de enfrentarse a Estados Unidos al destapar la cloaca imperial.

Recordemos las tres razones que, según Julián Assange, motivaron su creación. “La primera, la muerte a escala mundial de la sociedad civil. Rápidos flujos financieros por transferencias electrónicas de fondos que destrozan la sociedad civil a lo ancho del mundo. La segunda es que hay un enorme y creciente Estado de Seguridad oculto que se extiende por la tierra. La tercera es que los medios de comunicación internacionales son un desastre, dice Ramonet.

Los detractores querrían que sea extraditado a Estados Unidos y condenado a pena de muerte o cadena perpetua. ¿A tanto llega el odio cipayo?

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