¡Independiente!

Fabián Cueva Jiménez

No podemos abstraernos de opinar sobre lo que significa el fútbol, sin duda, habrán detractores; pero, es la vitrina donde se exhiben virtudes y defectos de la sociedad y la representación amplia de la vida. Deporte aficionado o profesional que define la personalidad de los individuos, me atrevo a decir, más que ideologías políticas o religiosas.

En este deporte las historias son comunes y generalizadas, gente con pobreza económica que busca resolver sus problemas: practicándolo, siguiendo a un equipo o a un ídolo, tal como sucedió con Independiente del Valle, que nació de una idea concebida por un digno artesano zapatero, José Terán Albán, huérfano de padre y con una descalza y abnegada madre vendedora de periódicos; reunió amigos y con una educación nocturna a medias, forjó una organización que caminó entre avatares y éxitos, entregando la posta para que se consolide como una institución idónea en lo deportivo, económico y social.

Mi orientación a lo educativo, hoy va hacia la pelota que se mueve y empuja a la práctica de principios: esfuerzo, responsabilidad, voluntad, amistad; es decir, a todo lo que sirve para la vida, como la metodología Montessori enseña y como en Independiente la practican.

Niños y jóvenes se educan en instalaciones decentes: alimentación, dormitorios, maestros, tecnología y especialmente con óptimas relaciones: consigo mismo, familia, grupo social y entorno, incluido afecto como diría Paulo Freile, marcando vitales valores. Por eso dicen: “optamos por una formación integral, en donde mucho hay de fútbol, pero más, de preparación para la vida”.

Sus dirigentes sostienen una solidaridad futbolera y creen que los éxitos deportivos y económicos deben ser revertidos hacia la sociedad, dan como evidencia la donación en el terremoto del 2016. En las paredes está escrita y pintada el sentimiento de un jugador: “sueña en grande y atrévete a conseguirlo”, por eso crecen y regresan a cambiar a los suyos.

Independiente ya es campeón de la sudamericana, título de humildad, trabajo y generosidad.

[email protected]

Fabián Cueva Jiménez

No podemos abstraernos de opinar sobre lo que significa el fútbol, sin duda, habrán detractores; pero, es la vitrina donde se exhiben virtudes y defectos de la sociedad y la representación amplia de la vida. Deporte aficionado o profesional que define la personalidad de los individuos, me atrevo a decir, más que ideologías políticas o religiosas.

En este deporte las historias son comunes y generalizadas, gente con pobreza económica que busca resolver sus problemas: practicándolo, siguiendo a un equipo o a un ídolo, tal como sucedió con Independiente del Valle, que nació de una idea concebida por un digno artesano zapatero, José Terán Albán, huérfano de padre y con una descalza y abnegada madre vendedora de periódicos; reunió amigos y con una educación nocturna a medias, forjó una organización que caminó entre avatares y éxitos, entregando la posta para que se consolide como una institución idónea en lo deportivo, económico y social.

Mi orientación a lo educativo, hoy va hacia la pelota que se mueve y empuja a la práctica de principios: esfuerzo, responsabilidad, voluntad, amistad; es decir, a todo lo que sirve para la vida, como la metodología Montessori enseña y como en Independiente la practican.

Niños y jóvenes se educan en instalaciones decentes: alimentación, dormitorios, maestros, tecnología y especialmente con óptimas relaciones: consigo mismo, familia, grupo social y entorno, incluido afecto como diría Paulo Freile, marcando vitales valores. Por eso dicen: “optamos por una formación integral, en donde mucho hay de fútbol, pero más, de preparación para la vida”.

Sus dirigentes sostienen una solidaridad futbolera y creen que los éxitos deportivos y económicos deben ser revertidos hacia la sociedad, dan como evidencia la donación en el terremoto del 2016. En las paredes está escrita y pintada el sentimiento de un jugador: “sueña en grande y atrévete a conseguirlo”, por eso crecen y regresan a cambiar a los suyos.

Independiente ya es campeón de la sudamericana, título de humildad, trabajo y generosidad.

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Fabián Cueva Jiménez

No podemos abstraernos de opinar sobre lo que significa el fútbol, sin duda, habrán detractores; pero, es la vitrina donde se exhiben virtudes y defectos de la sociedad y la representación amplia de la vida. Deporte aficionado o profesional que define la personalidad de los individuos, me atrevo a decir, más que ideologías políticas o religiosas.

En este deporte las historias son comunes y generalizadas, gente con pobreza económica que busca resolver sus problemas: practicándolo, siguiendo a un equipo o a un ídolo, tal como sucedió con Independiente del Valle, que nació de una idea concebida por un digno artesano zapatero, José Terán Albán, huérfano de padre y con una descalza y abnegada madre vendedora de periódicos; reunió amigos y con una educación nocturna a medias, forjó una organización que caminó entre avatares y éxitos, entregando la posta para que se consolide como una institución idónea en lo deportivo, económico y social.

Mi orientación a lo educativo, hoy va hacia la pelota que se mueve y empuja a la práctica de principios: esfuerzo, responsabilidad, voluntad, amistad; es decir, a todo lo que sirve para la vida, como la metodología Montessori enseña y como en Independiente la practican.

Niños y jóvenes se educan en instalaciones decentes: alimentación, dormitorios, maestros, tecnología y especialmente con óptimas relaciones: consigo mismo, familia, grupo social y entorno, incluido afecto como diría Paulo Freile, marcando vitales valores. Por eso dicen: “optamos por una formación integral, en donde mucho hay de fútbol, pero más, de preparación para la vida”.

Sus dirigentes sostienen una solidaridad futbolera y creen que los éxitos deportivos y económicos deben ser revertidos hacia la sociedad, dan como evidencia la donación en el terremoto del 2016. En las paredes está escrita y pintada el sentimiento de un jugador: “sueña en grande y atrévete a conseguirlo”, por eso crecen y regresan a cambiar a los suyos.

Independiente ya es campeón de la sudamericana, título de humildad, trabajo y generosidad.

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Fabián Cueva Jiménez

No podemos abstraernos de opinar sobre lo que significa el fútbol, sin duda, habrán detractores; pero, es la vitrina donde se exhiben virtudes y defectos de la sociedad y la representación amplia de la vida. Deporte aficionado o profesional que define la personalidad de los individuos, me atrevo a decir, más que ideologías políticas o religiosas.

En este deporte las historias son comunes y generalizadas, gente con pobreza económica que busca resolver sus problemas: practicándolo, siguiendo a un equipo o a un ídolo, tal como sucedió con Independiente del Valle, que nació de una idea concebida por un digno artesano zapatero, José Terán Albán, huérfano de padre y con una descalza y abnegada madre vendedora de periódicos; reunió amigos y con una educación nocturna a medias, forjó una organización que caminó entre avatares y éxitos, entregando la posta para que se consolide como una institución idónea en lo deportivo, económico y social.

Mi orientación a lo educativo, hoy va hacia la pelota que se mueve y empuja a la práctica de principios: esfuerzo, responsabilidad, voluntad, amistad; es decir, a todo lo que sirve para la vida, como la metodología Montessori enseña y como en Independiente la practican.

Niños y jóvenes se educan en instalaciones decentes: alimentación, dormitorios, maestros, tecnología y especialmente con óptimas relaciones: consigo mismo, familia, grupo social y entorno, incluido afecto como diría Paulo Freile, marcando vitales valores. Por eso dicen: “optamos por una formación integral, en donde mucho hay de fútbol, pero más, de preparación para la vida”.

Sus dirigentes sostienen una solidaridad futbolera y creen que los éxitos deportivos y económicos deben ser revertidos hacia la sociedad, dan como evidencia la donación en el terremoto del 2016. En las paredes está escrita y pintada el sentimiento de un jugador: “sueña en grande y atrévete a conseguirlo”, por eso crecen y regresan a cambiar a los suyos.

Independiente ya es campeón de la sudamericana, título de humildad, trabajo y generosidad.

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