¿(In)capacidad?

Pablo Vivanco Ordóñez

La política es apasionante, pero el análisis político no puede hacerse desde la pasión y las emociones.

La discusión política lojana en los últimos años ha terminado volteando permanentemente sobre la figura de José Bolívar Castillo. Muchas veces la intermitencia deja de ser tal y empieza a ser permanente.

El debate esta vez viene de la mano de un intento de revocatoria de mandato; respecto a esto se emiten multiplicidad de argumentos, muchos acusan los largos años que ha vivido en la administración pública: y sobre este punto me referiré en estas líneas.

No pretendo analizar su personalidad, ni su discurso, ni las formas en que concibe su autoridad y la política. Abordaré el asunto desde la orilla contraria.

Se ha denunciado siempre la capacidad de Castillo para mantenerse en la administración pública y ganar elecciones; pero es preciso reconocer que mayor peso tiene la incapacidad de otros actores y partidos políticos para establecer una opción que genere confianza, y pueda –como funciona en nuestro sistema democrático- ganar elecciones; aunque lo relevante es que no hay movimientos sociales capaces de elaborar un tejido amplio, construido desde abajo, capaz de levantar una nueva forma de hegemonía.

La incapacidad a la que me refiero viene dada por algunos factores que deben también ser analizados. Los partidos políticos en Loja han sido débiles, efervescentes, evanescentes, sin plataforma ideológica sólida, han sido más bien reducto del interés individual y corporativo; los actores políticos (¿líderes?) reducen su voluntad política a la lucha y combate político personal contra Castillo, restándole peso a un proyecto de ciudad, que las veces que ha existido se ha limitado también a mantenerse vigente mientras sea época electoral, no se mantienen en el tiempo.

Las derrotas de Castillo solo reafirman lo que digo, porque luego de ellas ha retornado y ha sabido capitalizar la decepción. (O)

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