En función de los objetivos

MA. ALEJANDRA SALAZAR MURRIETA

Hace mucho, mucho tiempo, presencié una conferencia en la cual, entre los participantes como ponentes hubo una extranjera que, a modo de introducción nos compartió lo que en su manera de ver es la forma de ser de los ecuatorianos. Empezó contando que en una esquina se encontró con la venta de cangrejos, el vendedor al percatarse que era una turista se animó a gritar ‘De venta cangrejos ecuatorianos y gringos’.

Un poco sorprendida por la astucia del vendedor, le preguntó que cómo hacía para diferenciarlos, a lo cual el muchacho respondió que era muy fácil distinguirlos, pues, los gringos se unían en equipo y trataban de salir del balde, los ecuatorianos, sin embargo, esperaban a que uno de ellos hiciera el esfuerzo de subir y luego entre todos lo bajaban. Al escuchar aquel ‘chiste’, muchos en la sala estallaron en risas y aplausos, mientras otros como yo nos sentimos avergonzados y molestos.

Para aquel entonces era yo muy joven, llena de ideales y bastante soñadora y se me hizo imposible pensar que esa historia podía llegar a configurarse en la radiografía de los ecuatorianos. Pero, hoy en día, con un poco más de madurez, puedo notar con gran y profundo pesar que esta historia posiblemente inventada, se acerca bastante a la situación que vivimos en Esmeraldas.

He podido identificar de forma muy clara algunas situaciones en las cuales se necesita que los esmeraldeños nos unamos para reclamar por una situación de interés general o de amplio beneficio; sin embargo, estos llamados no logran hacer eco en la consciencia, peor en las ganas de querer un cambio y no es por no querer que las cosas mejoren, sino que a algunos les invade la envidia y el egoísmo de pensar que alguien pueda sacar u obtener réditos de esta situación, ante lo cual, no solo que no la apoyan, sino que empiezan también a deslegitimarla.

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