El virus del racismo

ANITA CAICEDO

La rápida propagación del llamado Coronavirus, que puede ser mortal en algunos casos, tiene expectantes a las personas en todo el mundo. La invariable, y en muchos casos irresponsable cobertura de los medios sobre la difusión de este tema en redes sociales, que primero siembran alarma y luego piden calma, ha elevado la conciencia de los peligros de este brote.

Esto ha llevado a una reacción exagerada. Algunos sospechan que todas las personas de origen asiático” chinos” son portadores de este nuevo virus y han comenzado a visibilizarse brotes racistas en todos los lugares, la desconfianza amenaza con instalarse y no desaparecer una vez el brote sea vencido.

Es lamentable observar que empieza a haber un temor generalizado en el mundo al respecto de la comunidad china, que promueve a aislarse en muchas sociedades a las personas de este origen, no obstante, se debe reconocer que se está tratando a los ciudadanos chinos como patógenos, y lo que realmente está ocurriendo es un racismo antichino, que ya existía en amplias capas de nuestra sociedad y se manifiesta ahora más virulentamente.

El contagio ha sido la salida para desencadenar este tipo de barbaridades que rompen la convivencia y condenan a un grupo racializado al aislamiento social. Con una epidemia racista que está instalada desde hace siglos en nuestras sociedades y todavía no hemos encontrado vacunas que puedan erradicarla.

La solidaridad y la empatía deben ser la prioridad en este momento. Antes de haber rastreado con precisión el origen de los patógenos, la culpa, el pánico y los comentarios racistas sobre los supuestos hábitos alimenticios chinos o los estándares de higiene ciertamente no contribuyen para nada en la convivencia y la paz social.

Los últimos descubrimientos parecen confirmar que el coronavirus no es más peligroso que la gripe, que afecta a millones de personas anualmente. Así que dejemos de lado los estereotipos, el racismo y la ignorancia militante del odio.

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