El circo

Es uno de los espectáculos más sensacionales del que algún momento hayamos disfrutado seamos niños o adultos, una manifestación de arte, alegría, colorido y buenos momentos; más ahora no hablo de eso, sino de un grupo de jovencitas que componen una radiante generación nacidas en la década entre 1940 y 1950 y por su alegría y buen vivir se las bautizó como EL CIRCO, ¿que quien las nombró así? ¡no sé!, pero fueron ellas mismas las que lo hicieron por su espectacular forma de tomar la vida, enfrentar su juventud con la algarabía que lo hacían, con el buen talante de sus ocurrencias, su sana intención de llevar sus días con lo mejor de su jovialidad, dicen se ganaron bien el mote aquel; es una generación de mujeres que han dejado huellas en el terreno que les tocó pisar, como hijas, como esposas, como madres, como abuelas o simplemente como amigas que consiguieron transmitir a las siguientes generaciones su particular forma de enfrentar la vida poniendo cimientos firmes para lo que hoy son sus familias, sus empresas, sus historias.

Las vivencias de una sociedad son y serán siempre el producto de lo que nuestros antecesores hicieron o dejaron de hacer, todas las manifestaciones con las que llegamos a construir nuestras realidades como ciudad o país necesariamente debieron pasar por el fuego de la fragua de quienes nos moldearon en su diario trabajo de forjar las almas que les ponían en frente, el duro y constante golpeteo al acero de sus conciencias debía necesariamente producir la pieza más delicada y a la vez tenaz que soporte el devenir del mundo, quienes somos de generaciones posteriores a este grupo de damas que han escrito historias de ejemplo mira como poco a poco su elenco se va, por eso aunque te hayas ido ya, Mari Pachano de Saá te quiero cantar que en materia de cultura no araste en el mar.