Corruptos y traidores

Remo Cornejo Luque

La división de Alianza País se agrava. La falta de principios alentó el oportunismo, la corrupción y el hambre de poder. Su desenlace está intrínseco con el ocaso de la década mal habida y el estado anímico del pueblo de descorreizar al país.

No es el debate político lo que ha provocado el cisma. La pugna es a partir de quién es más corrupto y quién es más traidor.

Los casos de corrupción que siguen saliendo, se dan porque se perdió el miedo a la denuncia, creció la presión popular, los medios de comunicación jugaron su rol, y se fue difuminando la cadena de silencio, complicidad y custodia de esos casos.

Los delatores de Odebrecht aportaron a visualizar uno de los rostros de la corrupción del correísmo, a JG. El licenciado de Carondelet estaba obligado a marcar distancia por la ola de denuncias que se venían y cosechar réditos políticos. Los órganos de control y justicia, en consecuencia, tendrían que ajustarse a la nueva hoja de ruta.

Causa indignación saber que, a nombre de la “revolución ciudadana”, se aprovecharon de los recursos estatales y se volvieron los nuevos ricos del país. Ya nadie les cree ni aunque mientan con solvencia. Se les cayó el discurso de las manos limpias y los corazones ardientes, fueron frases fatuas que hoy laceran toda pizca de racionalidad.

Su última carta es traer al arrogante de Correa para “ordenar la casa”, desenmascarar a los traidores, fustigar la consulta popular y confrontar a toda la oposición.

¡Sí, que venga Correa pero a rendir cuentas! Él debe responder por todo el entramado corrupto y autoritario que ha vivido el país en su período. El pueblo lo enfrentó cuando tenía todos los poderes en el bolsillo, y ahora que no es nadie con más razón lo enfrentará para sepultar el pasado oprobioso y marchar por el sendero del cambio y la prosperidad. (O)

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