¡Con esa política exterior!

Causa gracia el deseo de la canciller Espinosa de ser candidata ecuatoriana para presidir la Asamblea General de la ONU en el 73° período ordinario de sesiones de septiembre, para lo que ha emprendido una campaña en al país y en el exterior.

La Presidencia de la Asamblea es votada por representantes de los países, sobre una base anual. El presidente se elige rotativamente entre cinco grupos geográficos (África, Asia-Pacífico, Europa oriental, occidental, Latinoamérica y el Caribe). Los miembros permanentes del Consejo de Seguridad más Japón, no la presidieron nunca y Argentina dos veces. Los requisitos: dedicación a tiempo completo por muchos meses, liderazgo multilateral, habilidades de negociación y comprensión de la Carta de la ONU.

En 1973 un diplomático ecuatoriano, Leopoldo Benites Vinueza, autor de la paradigmática obra ‘Ecuador, drama y paradoja’, ya presidió la Asamblea. Benites además fue presidente del Consejo de Seguridad y ocupó otras dignidades en el organismo internacional. “Hace 45 años que el país no está al frente de la Asamblea y 19 años ningún país de Sudamérica”, señala el comunicado de la Cancillería.

El boletín agrega que Espinosa “tiene experiencia en los temas que son requisitos y reúne el perfil necesario para los temas de agenda del organismo mundial”. Pero, sus actuaciones al frente del ministerio demuestran todo lo contrario. Inacción frente al problema fronterizo en Colombia, posición favorable al dictador Maduro de Venezuela o el intento de tomar el pelo a los británicos con el caso Assange, entre otros.

Honduras critica al Ecuador el incumplimiento de los compromisos y pidió el retiro de la candidatura nacional. La canciller hondureña María Dolores Agüerola recordó a su par ecuatoriana, que en 2015 el excanciller Ricardo Patiño comprometió el respaldo a Honduras para presidir la ONU.

Es probable que solo se obtenga los votos de la franquicia “castro-chavista” y de países desubicados (excepto Honduras y los centroamericanos), lo que vendrá a ser un nuevo papelón de nuestra política exterior, desbaratada desde tiempos de Patiño y Long.

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