Cleptocracia

Rodrigo Contero Peñafiel

Todo sistema de gobierno que en lugar de buscar el bien común enriquece a sus partidarios y dirigentes políticos con los recursos del Estado, institucionalizando la corrupción, está destinado al fracaso y a despertar la furia popular, que luego hará justicia con sus propias manos si el sistema judicial corrompido esconde las fechorías del clientelismo político, amigos, familiares y expertos atracadores que al hacer un “trabajo” reciben algo a cambio.

Cuando personas sin ningún tipo de preparación llegan a un cargo público, conciben el “poder” como algo personal que les da estatus y privilegios; pierden la dimensión del tiempo y del espacio. Su escasa capacidad intelectual hace que actúen por instinto, no entienden ni asumen sus fracasos. En el Ecuador los candidatos a elecciones populares o cargos públicos se apoyan en el clientelismo político para conseguir votos, en base al engaño y la mentira.

Los casos de corrupción denunciados evidencian que, en la administración pública, la Asamblea Nacional, los GADs y más instituciones del Estado para entregar un contrato o puesto de trabajo hay que cobrar primero la “coima o el pontazgo”; y, si para eso hay que utilizar a padres, esposos, hermanos o hijos, nada importa.

La impunidad con la que están cobijados se romperá un día y el cerco de la corrupción tendido ante la justicia será derrotado para poner a los culpables tras las rejas y recuperar el dinero sustraído de las arcas del Estado. Las famosas comisiones y negociados realizados saldrán a la luz, entonces el pueblo podrá elegir un poder ejecutivo, legislativo y judicial que con honor y dignidad recuperen la patria de las garras de la cleptocracia implantada por el sistema socialista del siglo XXI.

La psicología y las leyes hacen referencia a los testaferros como aquellos que prestan nombres y firmas para negocios fraudulentos a cambio de beneficios que luego no recuerdan. Lo ocurrido en Arroz Verde, Odebrecht, Hidroeléctrica Manduriacu, Toachi-Pilatón, Refinería del Pacífico, IESS, etc. son ejemplos de corrupción. Un sistema putrefacto en marcha causa graves daños a la economía, aumenta el desempleo y la pobreza en el país.

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