Ciudadanía madura

Jaime Vintimilla

Los episodios de arbitrariedad que el país ha debido soportar durante diez años demuestran que es necesario debatir sobre temas recurrentes como el combate a la corrupción, la independencia de la justicia, la reelección indefinida, los pesos y contrapesos institucionales, la honradez y capacidad de los servidores públicos y el modelo económico. Esta vez no se puede dejar de lado la responsabilidad de los políticos, en especial de quienes participaron en Montecristi y que, luego de su apoyo al gobierno correísta, olvidando su connivencia en la construcción del modelo autoritario que nos asfixia, saltaron a la oposición con el prurito del desacuerdo.

Hay vientos de cambio, pero esta realidad en un país tan inestable no es garantía de nada. Deberían operar algunas modificaciones profundas que no solamente guardan relación con lo económico o lo jurídico.

Urge pensar en la profesionalización de la política. Es hora de entenderla como aquel compromiso ciudadano para manejar el poder orientado a la búsqueda de mejorar la calidad de vida de todas las personas. Se necesita instaurar una carrera política y para ello los partidos y movimientos políticos deben aprender, de una vez por todas, a elegir a sus candidatos y representantes, más allá de la fatua popularidad, entre personas que califiquen sobre la base de la experiencia, la honradez y la capacidad.

La historia ha demostrado la fragilidad constitucional que nos gobierna así como ha enseñado que las reformas normativas deben acompañarse de otros elementos que las conviertan no solamente en válidas sino en eficaces y eficientes.

La política no puede ser improvisación como la economía tampoco puede confundirse con ideologización; el país requiere de ciudadanos que, sobre la base de la libertad de opinión, puedan participar activamente, pero con conocimiento de causa, pues más allá del sufragio, deben intervenir en el control social, en el debate constructivo y no solamente en las “socializaciones” que los han convertido en una especie de vasallos modernos o siervos de un modelo.

La transparencia reclama madurez de todos.

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