Atún y huevos

En un país como Ecuador, en el cual 24 de cada 100 niños sufre de desnutrición, arrojar comida es indigno. Indigno, asimismo, en un mundo en que 815 millones de personas padecen hambre, 42 millones de ellas en América Latina y donde cada día alrededor de 25.000 niños mueren porque no tienen qué comer.

“El hambre no existe fuera de las personas que la sufren”, escribe Martín Caparrós en su monumental crónica titulada precisamente El hambre. Y aquello es claro en estos días en Ecuador, cuando la violencia política hace del alimento un arma, síntoma de la tremenda fractura social que se fraguó en la década pasada.

En Cotopaxi, provincia en la cual 26 de cada 100 niños padece desnutrición, la gente arrojó huevos a la caravana con que el expresidente Rafael Correa vende el No en la consulta. Se pudiera decir, al respecto, que se trata del karma y que el exmandatario cosechó lo que sembró a lo largo de 10 años de “gorditas horrorosas, tarzanes de bonsái, mediocres” y demás agravios. Pero no. Porque no se corrige un error con otro. Y porque la actitud de quienes hoy lanzan huevos no difiere de la de aquellos que lanzaban latas de atún de las donaciones para las víctimas del terremoto de 2016.

Combatir la miseria política es un reto de la sociedad en su conjunto. Desarmar las palabras y las actitudes. Recuperar los argumentos y dejar atrás las diatribas. Con un ranking sobre quién arroja más huevos no se resuelven problemas humanitarios como el hambre, la mala nutrición, la falta de agua de calidad. Dilemas decimonónicos muy latentes en el siglo XXI.


La absolución del culpable es la condena del juez”. Publio Siro Poeta dramático romano (Siglo I AC-?)

En tiempos de corrupción es cuando más leyes se dan”. Étienne Bonnot de Condillac Filósofo y economista francés (1715-1780)