Salvatore Foti
La aparente calma que vivimos en el país se debe a que nos encontramos en el ojo del huracán, y ya mismo se desatará una gran tempestad política y social que nos traerá gravísimas consecuencias.
Los problemas comienzan en el profundo malestar social que se manifiesta desde la falta de trabajo hasta el insoportable estancamiento económico que se vive. A esto, debemos añadir el cinismo y la indiferencia con la que se ha manejado la crisis carcelaria, pues poco se hace, y la sensación es que dentro de las penitenciarías no hay seguridad.
En Ecuador se ha establecido la “pena de muerte” dictaminada y ejecutada por los mismos reos, quienes no solo desafían, sino que derrotaron al Estado de manera vergonzosa. De esto se habla muy poco, como si esconderlo fuera la mejor solución. Es una pena que aún no se escuchen pronunciamientos enérgicos por parte de organizaciones humanitarias o incluso de la misma ONU.
Por mucho menos se han hecho alborotos. Parecería que los intereses del Estado se imponen inclusive a la decencia. En el lado político, metafóricamente hablando, la cosa está súper cruenta y parece que se contempla adoptar a la “pena de muerte política” por todos aquellos que no agradan al gobierno de turno.
Sobre el Cpccs tengo más de una reserva, pero resulta que todos sus representantes fueron elegidos y encontrar excusas para darlos de baja es un ejercicio muy poco democrático y al límite de la dictadura.
Parece que se pretende desatar una verdadera pugna institucional que acabará minando la democracia del país. La Fiscalía General del Estado, la Corte Constitucional, el mismo Cpccs, la Asamblea y hasta el Gobierno se están enfrascando solitos en un problema del cual nadie puede predecir quién saldrá beneficiado.
El país empieza a necesitar una presidencia con más identidad y poder decisional. De verdad, no podemos seguir con tantos parches e indecisión, de los cuales muy pronto pasarán la factura a la población. ¿No habrá llegado la hora dar paso a otra Asamblea Constituyente?