A pesar de todo…

Una herencia, que no se ha buscado porque la familia no se escoge, se recibe con beneficio de inventario, pues no sabemos si todo lo que brilla es oro; pero, los candidatos a dirigir este país explícitamente quebrado, se despepitan por ganar el sillón presidencial. ¿Será que su nivel de patriotismo y el amor por el pueblo necesitado, con más de un millón de desempleados, les conmueve de tal manera que están dispuestos a inmolarse en esta guerra sin cuartel? O ¿Será que son unos irresponsables a quienes no les importa nada, sino su afán de poder y hasta de lucro, porque entienden a la política como la posibilidad de cuadrarse para la vida entera? ¿Qué mismo será lo que se traen entre manos?

Francamente no se entiende la pugna por el poder de un país enfermo a costilla de los mismos personajes a los que quisiéramos olvidarlos para siempre, pero que se esmeran por aparecer gracias a sus vicios o conductas delictivas que no les permiten dejar de ser visibles y hasta se atreven a proclamarse candidatos y redentores de este pueblo sufrido.

Quienquiera que gane las elecciones en el 2021, tendrá que decidir por dónde empezar los arreglos: por ponerle freno a la corrupción, solucionar el desempleo, afrontar la crisis sanitaria, dar caminos válidos para superar la fatalidad económica, el endeudamiento externo, el tamaño desmesurado del estado; en fin, crucificarse con varios clavos en la búsqueda de días mejores.

En la mayoría de los que se anuncian como candidatos, tenemos desconfianza, tanto que no quisiéramos siquiera acudir a las elecciones, a no ser porque es obligatorio portar la papeleta de votación, pues los políticos granujas se han encargado de dañarnos con sus mañas, nos han defraudado al punto de volvernos apáticos y hasta egocéntricos por salvar la situación de cada uno.

Sin embargo, y a pesar de todo, este es el momento y país que nos ha tocado, el que nos ha cobijado con su ciudadanía y nos sigue brindando la hermosura de sus regiones y la bondad de su gente, por él y su pueblo, debemos poner optimismo y arrimar el hombro para en cada acción nuestra construir generosamente a la Patria, sin descuidarnos de las actuaciones peligrosamente deshonestas de quienes nos sirvan como mandatarios.

Es hora de que nuevas generaciones, con propuestas sinceras, realizables y honestas, aparezcan por el bien de todos, pues su concurso le urge a la Patria.