El cuento del gallo pelón

Cuando un ciudadano común que por su esfuerzo alcanza a realizar estudios universitarios para adquirir una profesión y poder luego aplicar sus conocimientos en empresas particulares o del Gobierno, en el primer caso, si falla en el manejo correcto en el desempeño de su cargo, inmediatamente es retirado; entonces por qué no sucede lo mismo con quienes manejan el país y se han convertido en los “chupa sangre” de nuestra escuálida economía? Mientras nuestra democracia no evolucione y siempre sean los de arriba los que gocen de privilegios y derechos, se continuará con un círculo vicioso que huele a decepción, de quienes confiaron su voto a falsos políticos que nos llevaron un canasto de promesas electorales que quedan en pura demagogia y dejan a un pueblo lleno de frustraciones que seguirán soñando el resto de su vida sin conseguir las metas propuestas.

Estos señores políticos, algunos de los cuales llegan al poder por cuestiones del azar y la casualidad y que prometieron combatir la corrupción, son los primeros en festinar los cargos políticos a sus amigos de jarana y el dinero que aportamos en impuestos antes que retribuirlos en obras, que faltan muchas en nuestro medio, más bien los convierten en los nuevos ricos de la nación, olvidando los programas y proyecciones sociales que ofrecieron y estos se pierden en los cajones de los escritorios o en el tarro de basura, matando así las justas aspiraciones de un pueblo soñador que ha perdido la fe. No es posible que Esmeraldas, cuya geografía está rodeada de numerosos ríos caudalosos, que otros pueblos de la tierra envidian, la Empresa de Agua Potable no pueda abastecer a esta pequeña ciudad que no tiene más de 5 kilómetros de largo por 2 de ancho, de este líquido vital. ¿Qué han hecho los señores diputados, algunos de los cuales piensan perennizarse en el Congreso Nacional? ¿qué han hecho nuestras autoridades provinciales para solucionar el problema del agua potable? ustedes tienen la respuesta.

Resulta odioso amanecer sin agua y acostarse sin agua, de tal forma que al salir al trabajo y regresar muchos de su jornada cumplida, se encuentran con que las llaves sólo nos dan viento. El agua cae a gotas y se la llevan dos y tres veces al día sin establecer un cronograma que el pueblo debe conocer. En invierno no hay agua porque es invierno y en verano tampoco porque es verano. ¡Qué horror! Por favor, puede matarse a los pueblos por hambre, porque faltan fuentes de trabajo, pero no lo maten de sed, porque repito, tenemos caudalosos ríos y parece que la miopía los hace olvidar de todo y se sigue administrando al país en base al engaño y a las fórmulas mágicas que nunca se concretan.