José Eladio Coral

El periodo democrático que vivimos desde inicios de la década de los 80 nos lleva al convencimiento de que los problemas que obstaculizan el desarrollo nacional son fundamentalmente de orden político y de que, mientras no se los resuelva, difícilmente el país podrá crecer económicamente de manera suficiente y sostenida y menos aún alcanzar una equitativa distribución social de los resultados.

Los candidatos finalistas para las elecciones de mañana, no han abierto una discutieron amplia y profunda sobre esta problemática, tan debatida y de preocupación nacional y a la que en verdad, en el debate de los partidos políticos no se le otorga importancia y nos permite más bien clasificar las limitaciones de un sistema político para generar buenos gobiernos, como hecho cotidiano y no como resultado de la gestión de un líder esclarecido que atienda y resuelva los problemas de la sociedad ecuatoriana.

Para ello es importante examinar el papel que han tenido las instituciones y la cultura política en los problemas de gobernabilidad sufridos por la democracia nuestra, cuyos resultados negativos se ven precisamente en el crecimiento económico ocasionado por la ingobernabilidad del sistema político.

El futuro presidente de la nación ¿Podrá conjurar los graves problemas de gobernabilidad, podrá poner fin y dejar atrás la ya crónica inestabilidad política y podrá ejercer su mandato sin entrar en pugnas inútiles con el Congreso Nacional y más bien garantice el ejercicio del gobierno? Sin duda que para ello será necesario armar una experiencia de concertación de fuerzas políticas, unidas en una alianza parlamentaria y gubernamental, lo cual asegurará el sistema democrático con la finalidad de conseguir crecer económicamente y reducir la pobreza.