Luis Albernaz plantea una enseñanza paulatina y acompañada de inmersión en el mundo virtual.
Para describir las dos caras del internet, Luis Albernaz, cita a Freud y hace una metáfora: “Con un bisturí, un cirujano puede salvar muchas vidas, pero un asesino puede matar mucha gente”. Para él, el internet es lo mismo. Cuando se usa bien, es una herramienta potente, pero cuando se usa mal, puede arruinar vidas”.
El uruguayo es coordinador del área de Promoción y Protección de Derechos del Instituto Interamericano del Niño, Niña y el Adolescente (IIN) de la Organización de Estados Americanos (OEA); y especialista en niñez y adolescencia en la era digital.
Ha enfocado su trabajo desde diferentes países, con apoyo de la OEA, en el análisis y presentación de metodologías de seguridad digital para menores. Recientemente vino al país, justamente, para trabajar con el Estado en el planteamiento de políticas públicas y la implementación de metodologías en este ámbito.
La tecnología se ha convertido en la nueva niñera, ¿cómo ha afectado esto al desarrollo de los niños?
Estamos en una sociedad donde cada vez más importa la mirada del otro. Los ‘likes’, conseguir amigos virtuales, parecen mostrar un aspecto del ser humano, que antes del internet estaba más reservado a un núcleo social más cercano. Hoy tenemos cierta cantidad de me gustas, que no sabemos ni lo que significa, pero lo traducimos como ‘yo importo, hay gente que me quiere’. Esto es un riesgo en términos de desarrollo.
Estamos perdiendo la capacidad de diferenciar entre lo íntimo, lo privado y lo público. Cada vez más, el ámbito de lo público se está agrandando mucho; lo íntimo y lo privado ya no tienen mucha importancia. Esto genera un riesgo, porque si pongo toda mi valoración personal en manos de los demás me estoy vaciando como humano.
¿Cómo se puede enseñar a un niño sobre internet desde la familia?
Lo primero que le plantearía a un padre es: ¿por qué cree que su hijo debe tener un teléfono celular y el acceso a internet, y a qué edad? No creo mucho en los esquemas o en generalización de los criterios, no creo que haya una edad preestablecida, porque depende mucho del vínculo del niño con sus padres.
Hay que preguntarse si el niño tiene las herramientas adecuadas para manejar este instrumento. ¿Ese niño sabe diferenciar lo público, lo privado y lo íntimo?
Esto nos afecta invisiblemente, porque esto no se visibiliza, salvo que un niño se suicide, o sea violentado. Ahí pasa a ser primera plana, pero ya es tarde para ese niño.
Debemos trabajar en la prevención, que en el caso del adulto se llama responsabilidad-compromiso. Los niños necesitan un adulto en quien confiar, plantear sus miedos, sus errores.
¿Qué riesgos corren los menores en la red?
Uno de los principales es el ciberbullying, que involucra a dos actores, pero también una red que participa como observador. Este es uno de los fenómenos que más desarrollo ha tenido.
Tenemos el caso del niño australiano con enanismo que estuvo a punto de ahorcarse por el bullying que recibía en la escuela, y en sus redes sociales. Esto nos tiene que llamar poderosamente la atención.
Tenemos el ‘grooming’, que es cuando un adulto se hace pasar por un niño, para conectarse con otros menores. Busca ganarse su confianza, encontrarse y después, desde tener relaciones sexuales, chantaje, rapto y hasta muerte.
El sexting o intercambio de imágenes, textos sensuales o sexuales se da en el caso de los niños o entre parejas. Luego esas imágenes, pasan la frontera de lo íntimo y lo privado. Algo que podría ser privado se transforma en público, con un efecto devastador.
¿Actualmente qué tan cierto es hablar de una diferencia entre este mundo virtual y el real para los chicos?
Hay que tomar en cuenta la cantidad de horas que están conectados. En esta suerte de interacción del mundo virtual y el mundo real, yo diría que son más horas las que pasan en el mundo virtual.
Por otro lado, es importante tener en cuenta la edad más temprana a la que ingresan a este universo. Nuestros países están cada vez más habituados a ver a un niño de 4 a 5 años en la pantalla de un celular. Esto nos alerta de grandes riesgos.
Creo que ningún adulto responsable se le ocurriría tomar a un niño de 4 años, pararlo frente a un semáforo en una gran avenida y decirle: “cruza la calle”, sin antes haberle enseñado, qué es un semáforo, cómo funciona. Sin embargo, en internet hacemos eso. Les damos la oportunidad de circular en una vía rápida con miles de riesgos sin darle la mínima información de cómo usarla.
Este es un llamado de atención a la forma en la que los padres nos vinculamos con los hijos.
Hoy los niños usan internet para recreación, contacto social. A través de los juegos, cada vez hay más niños ecuatorianos que se conectan con niños mexicanos, colombianos o uruguayos compartiendo un equipo dentro de un juego. Esto es muy bueno como intercambio cultural, de costumbres, experiencias. Pero también tiene sus riesgos.
¿Cómo considera que debe enfocarse un internet seguro desde el Estado?
Una de las cosas que debemos hacer a nivel de Estado es actualizar los marcos normativos. En este sentido, Ecuador tiene una clara ventaja: está revisando su Código de la Niñez. Me animó a decir que la gran mayoría de los códigos de la región no tienen una sección incorporada dedicada al internet, porque cuando surgieron, internet no tenía este desarrollo. Ecuador podría ser país de punta al introducir el mundo ‘on line’ al actualizar la normativa.
¿La red debe hacerse más segura o debe tener un uso más seguro?
Hay que trabajar en los dos sentidos. Las grandes plataformas deben asegurar el uso más seguro de sus servicios y la sociedad debe concientizarse de los riesgos que se corren cada vez que se abre una página o se enciende el celular. (ECV)
“Se ha puesto sobre el tapete lo vulnerables que somos, no solo los niños, sino
todos los que navegamos en internet”
«Estamos construyendo sociedades más violentas, donde la mirada de afuera suele importar más, y donde nos vamos vaciando”.
«El niño que pasa con una Tablet o un teléfono celular no se está relacionado con otro ser humano. Sobre todo, preocupa la relación con los padres”.