Salir de Wuhan hacia Pekín: una carrera de obstáculos contra el coronavirus

Jesús Centeno, Wuhan/Pekín, EFE.-

Viajar a Pekín desde Wuhan, cuna del brote de coronavirus, no es tarea sencilla: las plazas de la única línea de tren autorizada están limitadas, y a la llegada a la capital aguarda un vehículo que traslada al viajero al domicilio u hotel en el que estará aislado 14 días.

Los requisitos para solicitar un billete para el tren que conecta las dos ciudades pasan por presentar la prueba médica de coronavirus con resultado negativo, y esto debe hacerse mediante una compleja aplicación de teléfono móvil que conecta a las autoridades del distrito desde el que se sale con las del destino final.

Sólo entonces, si recibe la autorización necesaria, el viajero pasa a una lista de espera para comprar uno de los mil billetes de tren que se expiden cada día, lo cual puede demorar varios días, ya que la aplicación no contempla el avión como medio de transporte.

Además, la prueba médica es válida durante una semana, por lo que puede darse el caso de que haya que repetirla si no se consigue un billete durante ese tiempo.

Más de 11.000 personas han estado esperando su turno desde que la ciudad reabrió el pasado 8 de abril para volver a la capital china desde Wuhan, informó recientemente el Gobierno pequinés.

Una vez la aplicación otorga un billete, el viajero no tiene más que comprarlo y canjear el recibo cuando llegue a la estación de tren, aunque este supuesto puede conllevar también ciertas complicaciones.

Los viajeros se desplazan en tren. EFE
Los viajeros se desplazan en tren. EFE

En la estación, la funcionaria avisa de que, aunque el billete comprado es correcto, hay un error con el número de pasaporte que no aparece en el sistema, y le es imposible expedir el ticket.

«Es cosa de la aplicación, yo no puedo hacer nada, no estoy autorizada…», informa alzando los hombros.

Sólo la intervención de autoridades relevantes que escriben a mano y sellan un salvoconducto especial que sirve como billete para el siguiente tren soluciona este entuerto, un episodio más en la odisea burocrática que está suponiendo viajar de una ciudad a otra.

En algunos casos, la demora para encontrar un billete puede tomar semanas, como le pasó a Alice, pseudónimo de una joven china que consiguió viajar de Yichang (en la provincia de Hubei, de la que Wuhan es capital) a Pekín tras solicitar un tren más de 20 veces.

«Pekín es muy estricto. Quizá es que no se fían de Wuhan, de los casos asintomáticos, o incluso de los análisis. La verdad, no lo sé, pero al principio tuve problemas con mi comunidad de vecinos aquí para volver. Ya me han aceptado, pero hay otras personas a las que le han pedido que esperen un poco más», relata por teléfono.

En efecto, sin una invitación específica de la comunidad de vecinos en la que uno reside y que emiten a través de la mencionada aplicación móvil, no es posible optar a un billete de tren de Wuhan a Pekín.

Cuando los pasajeros llegan son puestos en cuarentena. EFE
Cuando los pasajeros llegan son puestos en cuarentena. EFE

Autobuses especiales para comenzar la cuarentena

A todas estas trabas burocráticas se suma la estupefacción que aún provoca ver a tantos trabajadores con sus ya habituales trajes blancos y gafas de protección en las estaciones de tren, donde para poder acceder les toman la temperatura a los viajeros para comprobar que no tienen fiebre, uno de los síntomas del Covid-19.

Durante el trayecto, los guardas de seguridad parecen ya más relajados, pero al otro lado, en la Estación del Oeste de Pekín, aguarda ya un séquito que debe acompañar al viajero a su destino final, según el distrito de la ciudad al que pertenezca.

«Usted no se mueva de aquí, que le van a llevar al pabellón asignado a su distrito», informa uno de los trabajadores.

Así, tras las últimas verificaciones del personal y nuevos controles de temperatura, los hombres de blanco que trabajan en el pabellón dan luz verde para que los recién llegados puedan montarse en un autobús que los conduce hasta sus comunidades de vecinos de turno.

Una vez allí, el presidente de la comunidad acompaña al viajero hasta su puerta, destino final de esta odisea, y le conmina a firmar unos papeles según los cuales el residente se compromete a no abandonar la vivienda bajo ningún pretexto durante las próximas dos semanas.

Algunos vecinos no parecen muy satisfechos con el hecho de tener a una persona haciendo cuarentena en la comunidad y así se lo hacen saber airadamente al presidente, que sólo con mediación de la policía logra calmar los ánimos.

Ahora, al llegar a Pekín es obligatorio este estricto confinamiento de 14 días, que puede hacerse en casa si se siguen los procedimientos exigidos, como es el caso: al final, la comunidad vecinal se excusa por el trajín y expresa su deseo de acercar los pedidos en línea que se realicen o de ayudar en caso de que surja cualquier otro problema durante este periodo.

En caso de que la comunidad hubiese rechazado la solicitud del viajero, éste se habría visto obligado hacer la cuarentena en un hotel habilitado a tal efecto, de pago, en las afueras de la ciudad.

La capital china ha reforzado los controles en un momento en que el país trata de mantener a raya los llamados «casos importados» desde el exterior, lo que se suma al hecho de que las autoridades deben decidir cuándo celebrar la Asamblea Nacional Popular (ANP, legislativo), la reunión política más importante del año en China.

En febrero, el coronavirus provocó el aplazamiento del encuentro, que congrega cada año a unos 3.000 representantes de todo el país en el pequinés Gran Palacio del Pueblo y cuyo inicio estaba previsto para inicios de marzo.