Quito se volvió un ‘pesebre’ para miles de migrantes

Hogar. La familia Vásquez Labarca, que provino de Maracaibo (Venezuela) se reúne en torno a los adornos navideños.
Hogar. La familia Vásquez Labarca, que provino de Maracaibo (Venezuela) se reúne en torno a los adornos navideños.

Quito se despierta. Amanece el ajetreo de una ciudad con muchas banderas que ondean implícitas en la mente y los corazones de los caminantes. La gente va y viene, apresurada en sus vidas sin tiempo, devorando el día que pareciera presentarse sin ningún revés. Sin embargo, una melodía susurra el ambiente y suenan cascabeles y campanas; las vitrinas de los comercios se exhiben pretenciosas recordándoles a los viajeros de aquí y de allá, que es una época diferente; luces, adornos, obsequios en la lista de compras, cenas e intercambios. Llegó Navidad.

Aseguran los creyentes que una humilde pareja caminó por días para cumplir con el caprichoso edicto de su gobernante, que los empujó a salir de su tierra bajo severas condiciones. El desenlace lo conocemos todos, en un sencillo escenario lleno de animales y musgo.

Las fiestas decembrinas tienen un origen un poco incierto; pero la historia con la que se instituyó la fe cristiana conlleva analogías que se enlazan con la de millones de migrantes que llegan a Ecuador, por razones principalmente políticas, económicas y sociales. Así, como el relato de la Natividad, muchas familias salen de sus tierras y encuentran en el extranjero un lugar de acogida para formar un nuevo hogar.

Según datos de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Ecuador es uno de los principales países receptores de flujos migratorios en América del sur, es por eso que al interior de cada familia, una tradición diferente pulula en cada celebración, donde confluye un sincretismo que da origen a nuevas costumbres.

Quito se ha convertido entonces en una capital internacional, migrantes de lugares tan diferentes como Alemania y Cuba decidieron que esta tierra de gracia sería su patria adoptiva. Sin embargo, en la mitad del mundo hay tres culturas que crepitan bajo la sombra maternal de sus volcanes, que arropan este valle de muchos colores. Cuba, Colombia y Venezuela están aquí, representadas por una comunidad numerosa de migrantes, quienes en su gran mayoría llegaron a este rincón del mundo para ensalzarlo.

Una gran celebración se percibe en el ambiente, la Navidad impregna no solo los lugares de Quito, sino los pensamientos de sus habitantes, los de aquí y los de allá, que con miradas llenas de nostalgia proyectan añoranzas que cruzan fronteras.

Villancicos con múltiples acentos se escuchan en las escuelas, la Navidad en Quito se celebra no solo cantando `Ya viene el Niñito`, sino a ritmo de gaitas venezolanas, aguinaldos cubanos o parrandas colombianas.

Comercio. Andrea Sánchez llegó desde Caracas y se ha adaptado a las tradiciones de esta temporada. Incluso vende adornos navideños.
Comercio. Andrea Sánchez llegó desde Caracas y se ha adaptado a las tradiciones de esta temporada. Incluso vende adornos navideños.

Remembranza cubana

La mente también suspira. Naira García, cubana de nacimiento, se detiene unos segundos al otro lado del teléfono y la siento suspirar, pero no inspirando aire, si no con la mirada perdida, como tratando de atrapar un recuerdo, pues las preguntas rondan en torno a sus navidades de antaño.

Tiene 34 años, los últimos tres los ha vivido lejos de su tierra, pero con la compañía de su esposo e hijo. Los tres se las ingeniaron para hacer de Ecuador un hogar tan cálido como el que dejaron cruzando el Mar Caribe.

De Cuba no extraña muchas cosas; también asegura que la mesa navideña cada año podía variar, debido a que el plato principal consistía en los alimentos que estuvieran al alcance de sus posibilidades para ese día. Por lo general, para la noche de Navidad, el protagonista es el famoso congrí cubano, acompañado de una ensalada, que puede cambiar, según los vegetales de los que se disponga; el postre puede consistir en un arroz con leche, naranja con queso o cascos de guayaba y, si la providencia es generosa, un “vinito” completa la velada.

Relata que en su país natal, muchas costumbres van desapareciendo o quizás perdiendo algo de relevancia, pero que aquí en Ecuador se ha encargado de mantener vigente cada tradición.

“Mi abuelo me contaba que hace muchos años la tradición de quemar el año viejo –encendiendo un monigote- se veía en los barrios”, dice.

La añoranza conmueve sus palabras, cuando recuerda que en Cuba sigue la otra parte de su familia, y que tanto en Navidad como en año nuevo, el principal evento es reunirse para mantener vigente ese amor familiar, que sobrepasa cualquier necesidad. Ahora en Ecuador, y con otra realidad ante sus ojos, manifiesta que compartir las fiestas decembrinas con sus seres queridos es lo que más extraña, sin embargo, se ha encargado de que los recuerdos que tenga su pequeño de 11 años cuando crezca sobre las navidades sean otros, de modo que ha mezclado sus viejas tradiciones con las nuevas adquiridas acá, entre lo que destaca cocinar un pavo en Nochebuena, asistir a las misas de gallo, y obsequiarse regalos con el amigo secreto.

Colombia, una parranda en el

corazón

Claudia Echezuría tiene 32 navidades viviendo en Ecuador. Cuando rememora su ciudad natal, Bogotá, las palabras con que la describe se resumen así: la majestuosidad de una urbe que alberga a más de 8 millones de habitantes. Las frases se le desbordan al asegurar que es una gran ciudad; sin embargo, no está disgustada con su suerte que la trajo a vivir en una selva de cemento igual de imponente, pero menos intimidante.

Claudia celebra las fiestas navideñas conjugando dos elementos: su fe y su cultura neogranadina. Ella cuenta que tanto en Colombia como en Ecuador se manifiesta la costumbre de rezar la Novena al Niño Dios. Aunque no suele ofrecerla en casa, asiste con devoción a la que presentan amigos y familiares. Los platos que se comparten en las novenas colombianas son las natillas, los buñuelos y recetas principalmente dulces, que ella procura preparar por lo menos una vez al año, para mantenerse cercana a sus raíces gastronómicas.

Recetas que evocan

Recuerdos de su tierra

Plato navideño cubano

° El congrí, que es una preparación de arroz, fréjol negro y vegetales, todo mezclado, es el plato principal.

° Chancho asado.

° Ensalada de vegetales variados.

° Dulce de guayaba con queso.

Plato navideño colombiano

° La natilla es un postre que no falta en las navidades colombianas.

° El pavo relleno.

° La gallina en sancocho o guisada.

° Buñuelos.

° Arroz con leche.

Plato navideño venezolano

° Pernil.

° Hallaca.

° Pan de jamón.

° Ensalada de gallina.

° Torta negra y panetone.

Acogida. En el albergue San Juan de Dios la celebración de la Navidad se festeja sin distinción de nacionalidades.
Acogida. En el albergue San Juan de Dios la celebración de la Navidad se festeja sin distinción de nacionalidades.

La dama relata que la personalidad de los Colombianos es bastante bullanguera y festiva, por eso, cuando llegó a Ecuador, sintió el contraste en la manera de ser de los quiteños, que son más reservados al expresarse. Para sentir un poco de ese calor que dejó atrás hace tres décadas, por las navidades suele hacer una gran celebración para invitar a sus coterráneos asentados en la mitad del mundo. La música suena al son de parrandas y cumbias colombianas, pero en la mesa convergen dos tradiciones que se vuelven una: sus platos navideños son una mezcla colombo-ecuatoriana que asegura, tienen un sabor inigualable, entre los dulces, el pavo y otras exquisiteces.

Los hijos y nietos de Claudia son ecuatorianos, pero sostiene que en Colombia está “el resto de mi familia, pues las cosas que uno extraña es esa algarabía y festividad” que identifica a los colombianos, donde quiera que estén.

Añorando los sabores de Venezuela

La movilidad humana en la que se encuentran los ciudadanos venezolanos es un tema álgido que tratan todos los gobiernos de la región. Quienes se quedan y quienes deciden emigrar viven día a día una especie de reto de supervivencia para demostrase a sí mismos que lograron pasar uno más. Pero llegó Navidad, y aunque las fiestas no significan un alto el fuego en medio de su guerra, ciertamente es una época en cual la necesidad de familia y de sentirse rodeado de lo propio afloran.

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venezolanos están actualmente en el Albergue San Juan de Dios.Esta será la primera Navidad de Arianna (nombre protegido) en Quito, quien llegó hace casi un año con sus hijos. Con seguridad y sin pensarlo mucho, refiere que los platos que habrá en su mesa la Nochebuena serán venezolanos, pues los sabores de su tierra son la manera que tiene de acercarse a quienes dejó atrás, en su afán de buscar una mejor vida para ella y sus pequeños. Luego de pensárselo bien, añade que habrá espacio para incluir el pavo, plato que adoptará de las tradiciones quiteñas.

Las hallacas y el pavo serán su combinación estelar. Sin embargo, en la medida de su relato, una ligera mueca transfigura su rostro, ya no hay más seguridades ni recetas navideñas en su mente, la última oración que alcanza a completar es: “La familia y los amigos es lo que hace que uno esté bien, a pesar de todo”.

Las lágrimas mojan su rostro y su mirada viaja millones de kilómetros; cuando un suspiro le devuelve la calma suelta su última sentencia: “Aunque acá uno pueda tener mayor posibilidad de tener las cosas materiales, el hueco de la familia uno no lo llena con nada”.

La familia de Lorena Labarca pasará su segunda Navidad en Quito. Este año con menos nostalgias que el anterior, pues su mamá de 80 años vino desde Venezuela a pasar las fiesta con la menor de sus hijas. Lorena es abogada de profesión, en su país ejercía leyes en una institución pública, pero al migrar a Ecuador dejó atrás los litigios y las largas reuniones para dedicarse a sus dos pequeños de 5 y 8 años. Su mensaje para todos los venezolanos en Ecuador es que “pensemos siempre positivamente, conservar la esperanza y la fe de Dios está observando a todos sus hijos, y que la vida se construye y se renueva cada día”.

Quito es la ciudad que acoge al mayor número de migrantes en todo el país.

Por su parte, Andrea Sánchez, quien lleva apenas dos meses en Ecuador y viene de Caracas, asegura que la mejor manera de celebrar la Navidad y honrar a los suyos es trabajando para salir adelante. Su entusiasmo contagia y a pesar de que salió de Venezuela dejando todo lo que ama atrás, atiende sonriende a los compradores que se acercan a la feria navideña de Carcelén. Rocío Quishpe es la dueña del local donde trabaja Andrea, y con mucha gentileza expresa que como hermanos de un mismo continente debemos ayudar a esa población que está pasando por tantas penurias, pues “a los ojos de Dios somos todos iguales, y para eso es la Navidad”, manifiesta.

Un albergue de esperanza

El pasado jueves se veía y escuchaba un ambiente verdaderamente festivo y navideño en el albergue San Juan de Dios, en el Centro Histórico. La orquesta sinfónica de Quito amenizaba la velada, los beneficiarios de este lugar de acogida disfrutaban de un evento propio de estas fiestas; una abuelita con alas de ángel escuchaba atenta las melodías de la orquesta. Los árboles del patio principal exhiben adornos alusivos a la época, y en un jardín central, un San Juan de Dios en tamaño real, rodeado de un árbol de Navidad y un Belén le dan al espacio el justo significado. En el albergue se toman muy en serio esta celebración, porque es una forma de recordarle a sus habitantes el sentido original de estas fechas.

La manera en la que el albergue celebra la Navidad trata de demostrar a todos sus ocupantes, que dentro del centro no hay ningún tipo de distinción entre las nacionalidades que allí convergen.

En el lugar habitan personas de varios países. Diana Tupiza, administradora del centro, manifiesta que gracias a las donaciones pueden seguir sosteniendo el albergue, es por eso que dentro de este no existen diferencias de ninguna clase entre los usuarios, sino que es una convivencia que unifica sus actividades.

Para la celebración de Navidad, la agenda comenzará con una eucaristía, posteriormente degustarán una cena que tiene como plato principal pollo asado, donado por na familia de la ciudad; por último, los hermanos colaboradores pondrán el toque musical para animar a los presentes. (VGSC)

Época para la familia

La historia de la Navidad es sencilla, pero con un profundo significado, ese que los millones de migrantes en el mundo sienten más ardientemente en sus corazones el último mes del año. La familia es el centro de la fe cristiana, es por ello que la Natividad aflora en nosotros esos sentimientos que se desprenden de los recuerdos familiares.

La afinidad cultural y lingüística ha hecho que Ecuador sea el lugar escogido por miles de migrantes de América del Sur, que han hecho de esta patria su segundo hogar. Las cifras de migrantes en el país son contundentes y tienden a aumentar.

Según cifras de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), actualmente residen en Ecuador unos 220.000 venezolanos, de los cuales un 70% ya cuenta con visa para residir legalmente en el país, o están en trámites para obtenerla. Esta población está actualmente en periodo de movilidad humana, por lo que el flujo de venezolanos desplazándose por el continente suramericano aumentaría para el próximo el año. Se estima que 3 millones de venezolanos se han desplazado de su país, según registros de la ONU.

La población colombiana en Ecuador es la segunda migración más grande; la mayoría de estos ciudadanos llegaron al país en calidad de refugiados, en un intento por escapar de la violencia interna, producto de las bandas de narcotraficantes que se disputan el mayor territorio de cultivos de planta de coca del mundo. Según cifras de la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidad (Acnur), el 95% de los refugiados en Ecuador son colombianos, una cantidad aproximada de 60.000 ciudadanos.

Con respecto a la población cubana en el país, se estima que residen unos 50.000 cubanos según datos de la Cancillería.